iempre vivo, siempre verde” es el lema que eligió la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) para su congreso anual 2020. Es un desprendimiento de la nueva apuesta que se puso como meta la entidad tras cumplir sus primeros 30 años de vida: agricultura siempre verde, un postulado que propone un restyling del modelo productivo de la siembra directa, al pasar del paradigma de los barbechos al de los suelos siempre cubiertos y, por ende, “vivos”.
La Chacra Justiniano Posse es un ejemplo en territorio cordobés: con el asesoramiento de un técnico de Aapresid y de profesionales del Inta, 14 productores vienen intensificando sus estrategias de rotación con el fin de aprovechar los excesos hídricos provocados por los altos niveles de las napas.
“Empezamos a estudiar y entender cómo funciona la napa y dejamos de verla como algo perjudicial para pasar a pensarla como una bendición, porque nos asegura agua para toda la temporada”, expresa Juan Juárez, uno de los miembros del grupo.
“Antes no se intentaba esa intensidad de rotación, porque la variación estacional de las lluvias te podía dejar pedaleando. Ahora las napas cubren los baches y permiten apretar el acelerador para producir más”, grafica Juárez.
Según el productor, uno de los principales beneficios es un mayor control de malezas con mínimo uso de agroquímicos. Otro: el aumento de la materia orgánica gracias a la enorme “cama” de rastrojos que deja una rotación intensiva, que a su vez sirve para mejorar la infiltración del agua.
“En un otoño seco como el que estamos viviendo, uno va a los lotes y encuentra mucha humedad disponible”, menciona Suárez.
Semejante nivel de incorporación de gramíneas obliga a una mayor inversión en fertilización. Pero el productor asegura que los rendimientos lo pagan con creces.
En el caso de la oleaginosa, asegura que representa prácticamente haber alcanzado el máximo potencial posible para la zona.
A partir de los buenos resultados logrados, desde el grupo piensan en ir por más.
Franco Bardeggia es el gerente técnico de desarrollo que representa a Aapresid y relata que este año están probando una rotación más intensiva aún: trigo-soja sobre trigo-soja que venía por detrás de maíz. Es decir, cinco cultivos en tres años.
“Es una bomba de gramíneas que hay que plantear con cuidado por el tema hídrico, porque sólo se puede ejecutar donde haya una alta disponibilidad de agua, y por lo nutricional por los altos niveles de extracción de fósforo, nitrógeno y azufre”, aclara Bardeggia.
En base a sus análisis teóricos, llegó a la conclusión de que esta estrategia está lista para ser llevada a campo. Además del aporte agronómico y ambiental, considera que puede tener sustentabilidad económica debido al buen momento del mercado del trigo.
Uno de los aspectos que están evaluando, por ejemplo, es rotar las variedades del cereal de invierno. “Una de las cuestiones más complicadas en una rotación así es el manejo de altos volúmenes de rastrojos. Por eso estamos pensando en usar una variedad de trigo que tiene gran producción de materia seca en la primera rotación, y luego al segundo año elegir otra que genere menos biomasa”, anticipa Bardeggia.
Agro Voz