ace tiempo que el campo y la actividad agrícola son sinónimos de innovación. Entre tablets, cosechadoras, smartphones y pulverizadoras, los productores recurren cada vez más a herramientas digitales para conjugar la estrategia productiva y la estrategia ambiental con un objetivo común.
La tecnología juega un papel fundamental en lo que se conoce como agricultura de precisión o agricultura por ambientes. Tener a disposición información precisa y detallada sobre cada lote permite establecer pautas de trabajo segmentadas en función de la composición de los suelos, la disponibilidad de agua y fecha de siembra, entre otras variables.
“Hablamos de agricultura sustentable porque nuestro planteo productivo logró integrar la rentabilidad y los buenos rindes con una estrategia de balance de nutrientes en los suelos, a partir de tres procesos: el grillado y muestreo de suelos, el análisis de los granos y la fertilización variable”, explica Patricio Juni, gerente de Campos de Garruchos Agropecuaria, parte de Grupo Insud.
El grillado permite conocer el suelo en detalle, ya que se extrae una muestra compuesta cada hectárea y media, permitiendo así entender su composición, estructura y disponibilidad de nutrientes. “Teniendo en cuenta esta información, desarrollamos prescripciones con el objetivo de fertilizar el lote de manera variable, aplicando más donde es necesario, y menos o nada donde hay un nivel de nutrientes adecuado. De esta manera, logramos un menor impacto en el medioambiente y una mayor eficiencia en el uso de los insumos, con una reducción en los costos”, asegura Toia Rudderforth, ingeniera agrónoma de la compañía.
Por otro lado, cuando el lote es cosechado se extraen muestras de granos para analizar. Se evalúa la extracción de nutrientes en el grano, para poder realizar un balance y diseñar una estrategia de fertilización variable para la campaña siguiente. Los mapas de rendimiento son la herramienta clave para saber qué zonas rindieron más, y por lo tanto, extrajeron más cantidad de nutrientes.
Este trabajo tan minucioso que se realiza en los lotes permite identificar ambientes de mayor y menor potencial de rendimiento. Por ese motivo, es clave planificar la densidad de plantas por hectárea, es decir, la cantidad semillas que se implantarán en cada lote. “Muchas veces, menos plantas significan más rendimiento. Si la planificación de la densidad de semillas es exitosa, le permitimos a cada lote expresar su mejor potencial de rendimiento y, al mismo tiempo, hacemos un uso más eficiente de las semillas”, asegura Juni.
Además de los mapas de rendimiento, se utiliza el seguimiento satelital (índice verde) luego de la implantación de los cultivos para poder tener información bien detallada de su evolución y, eventualmente tener un “archivo” histórico de cómo se ha comportado ese lote en campañas anteriores. En este sentido, Rudderforth asegura que “estas tecnologías nos permiten salir del manejo por lotes, y empezar a realizar un manejo por ambientes, mucho más exacto, detallado y eficiente, usando solo lo necesario y reduciendo las aplicaciones al mínimo”.
Por su parte, Patricio Juni concluye: “Producir de este modo implica innovar y encarar nuevos desafíos, pero también invertir en la implementación de nuevas herramientas, la capacitación de nuestro equipo y de los contratistas. La contracara de este esfuerzo es que los beneficios que se pueden alcanzar en el largo plazo son determinantes para lograr sistemas productivos sostenibles en el tiempo”.
El Cronista