Plumas para trajes de carnaval, cueros para finas carteras o carnes para exquisitos platos son sólo algunos de los posibles destinos del ñandú. La cría de este típico animal argentino se encuentra en pleno desarrollo en el país y, en particular, en la región.
Para conocer en profundidad sobre las bondades de la cría de ñandú consultamos al ingeniero agrónomo Héctor Hernández, quien organizó una jornada nacional de capacitación sobre esta novedosa actividad y planea otra con expertos internacionales. El principal objetivo de los encuentros es promover su explotación y para ello primero hay que desmitificar la idea de que la carne de ñandú es dura para consumirla y divulgar que se trata de un animal "súper aprovechable" ya que se utiliza el 95%, explicó el agrónomo.
"El ñandú se cría hace años y se consume hace años, pero está el preconcepto de que tiene una carne dura. Si se encierra en jaulas la carne es blanda, sólo es dura cuando el animal se cría a campo abierto, cuando no es preparado para su comercialización", explicó Hernández. Del ñandú se comercializa tanto la carne como las plumas, los cueros, las pezuñas y hasta el pico.
Otro de los "preconceptos" que menciona el especialista es que se cree que este animal sólo puede ser criado en el sur del país, pero su explotación es apta para todo el territorio nacional. Argentina cuenta con 150 criaderos de ñandú. En Santa Fe ya hay productores en San Jorge, Venado Tuerto y Santa Fe capital. Además, Hernández está gestionando ante el Servicio Nacional de Sanidad y Seguridad Agroalimentaria (Senasa) la habilitación de una planta faenadora en la provincia. En Río Cuarto, Córdoba, se realizó el primer faenamiento de ñandú con miras al mercado interno pero también al externo.
Asimismo, para organizar y regular la actividad se encuentra en proceso de formación la Asociación Argentina de Cría de Ñandú. A mitad de semana se realizó un nuevo encuentro para definir los alcances de la institución, que aseguran, pronto comenzará a funcionar formalmente.
Qué se puede comercializar
El ñandú produce una carne roja, similar a la vacuna, pero de menor contenido graso. Su cuero es excelente y se emplea en marroquinería fina. Las plumas, además de su uso tradicional en la confección de plumeros, se usan para la vestimenta y adornos de distinto tipo. También produce una grasa rica en aceites poli-insaturados, de alto valor en la industria cosmética. Los huevos infértiles descartados de la incubación, una vez vaciados, se emplean en artesanías, lo mismo que las falanges.
Al comparar la producción del ñandú con la del vacuno, se evidencia que estas aves pueden producir diez veces más cantidad de carne roja que cualquier otra especie. Mientras que una vaca de 450 kilos produce un ternero al año (unos 300 kilos de carne por año), 12 ñandúes por hectárea (9 hembras más 3 machos) producen 135 charabones, es decir, 4.050 kilos de carne. Por eso es que muchos consideran esta actividad como una verdadera "industria sin chimeneas", mientras que en muchos países está considerada la ganadería del siglo 21. Los ñandúes son faenados entre los 12 y 14 meses de edad y rinden entre 12 y 14 kilos de carne por animal.
La cría puede hacerse bajo sistema intensivo (a corral) o extensivo (pasturas de alfalfa o trébol). Bajo sistemas extensivos puede combinarse su manejo con el de ganado vacuno u ovino. Su alimentación es a base de alfalfa y algunos granos. El ñandú no puede comer gramiña porque no la digiere, al comerla hace un bolo que no pueden tragar y mueren.
El modo de manejo más frecuente es el intensivo. En esta modalidad se definen como diferentes etapas del ciclo: la reproducción, la incubación artificial, el manejo de los charabones y la terminación. Cada etapa tiene su dificultad y requiere de un trabajo especializado, por lo que la tendencia en el desarrollo de la producción es a la especialización y dedicación de diferentes establecimientos a cada una de ellas.
La reproducción se inicia en agosto o septiembre y se extiende hasta fines de enero, aunque en ciertos casos se han encontrado huevos hasta marzo. Las hembras ponedoras se disponen en harenes de 5 o 6 ejemplares, en potreros de 15 x 60 metros, o en grupos mayores de 25 a 30 en potreros de una hectárea aproximadamente. A estos potreros de reproducción se introduce un macho cada tres hembras y según el estudio de fertilidad se puede agregar hacia el final de la temporada un macho más cada seis hembras. Con un buen pie de cría, de más de una postura y en buen estado, se han obtenido puestas de hasta 65 huevos por temporada.
Para la incubación se utilizan máquinas especialmente diseñadas para la especie o adaptaciones de máquinas incubadoras de gallinas. La incubación de huevos de ñandú toma unos 38 días, realizándose a 97º y una humedad relativa que según la incubadora varía entre un 44 y 60 por ciento. El control de la contaminación es fundamental en esta etapa y en los primeros meses de vida de los charabones.
La Capital