a primera vez que fuí a la huerta Flor Dorada en Vista Alegre, Centenario, quedé asombrado por la cantidad de verduras producidas. Me pasa cada vez que veo un cultivo natural sin la mano del mercado, ni la industria, ni la toxicidad sintética de la industrialización.
La agricultura en territorios urbanos y semiurbanos batalla a conciencia contra la vida moderna. Miremos lo que sucede ahora. En este contexto nos importa quizás más la comida. Debemos comer sano, debemos estar fuertes y una de las formas es consumiendo producto de productores pequeños a los cuales poder conocerles la cara, escuchar su voz, y ver su trabajo, asumiendo que son las personas que sembraron esa hermosa semilla y cuidaron esa verdura para que sumemos nutrientes y salud.
En medio de este caos de Covid-19 el mundo sacudido, los emprendimientos alimenticios naturales y de baja escala son fundamentales en la alineación de la escena actual. Eslabones claves para comer bien, sin intermediarios y sobre todo aprender.
Flor Dorada, en Vista Alegre en Centenario ofrece verduras todo el año. Sus sembrados son naturales, respetando procesos y entorno. No existen fertilizantes, ni insecticidas sintéticos. Han logrado duplicar la presencia de abejas y abejorros naturales cuando en el mundo de la agricultura hay métodos artificiales de crianzas de insectos para sostener la cadena natural.
"Naturaleza viva, no contaminada, con lindos amaneceres y lindos atardeceres, nos sentimos agradecidos de poder vivir en este lugar, por eso abrimos nuestra casa durante el año para que aunque sea unas horas a la semana puedan disfrutarlo y percibirlo. Es trabajo y también es alegría lo que hacemos, va más allá del resultado económico, una alegría que tiene que ver con hacer un trabajo a conciencia y cuando lo hacemos desde ese lugar la vida nos devuelve lo necesario para seguir adelante", quien tira esta definición de principios es uno de los principales protagonistas Carlos, quien junto a su pareja Claudia compraron hace varios años una casa de chacra que tenía el techo hundido por la nevada de la década del 80. Empezar desde cero, con el techo hundido, vaya alegoría o metáfora del esfuerzo por venir.
En estas cinco hectáreas maravillosas se producen verduras orgánicas como tomate, morrón, berenjena, zapallo redondo y anco, proveniente de la semilla Violín que da un zapallo grande y anaranjado, está por salir coliflor y brócoli.
Cuenta Carlos que durante casi todo el año tienen lechuga, verdeo, puerro, rúcula, radicheta, espinaca roja y verde, repollos, kale, rabanitos, hinojos, aromáticas: “aún quedan un poco de chaucha amarilla y verde. Tenemos sembrados bisalto para fines del invierno, dos variedades de ajo y un ajo gigante, chilote o pata de elefante. Llega la época donde empezamos a sembrar Pak Choi, tatsoi, dos verduras interesantes y ricas. Mostaza, no quiero olvidarme, dentada o mizuna y mostaza morada. Sembramos unos nabos de dos tipos, blancos y uno bicolor, acelga, y estamos probando unas nuevas con pencas de colores, remolachas, zanahorias. En 2020 incorporamos repollitos de Bruselas, y radiccio. Una nueva variedad de kale, que se llama coubi, que tiene la hoja más ancha y sirve para envolver. Tenemos sembrado también habas y arvejas” así como quién no quiere la cosa Carlos repasa una lista de productos diversos y varios. Difíciles algunos de encontrar en el mercado actual, sobre todo por la calidad y la concepción en su producción.
- ¿Cómo nace este proyecto?
- Nace una transformación personal, de una toma de conciencia, de descubrir amor en la vida, en el universo y en uno mismo. En estar disconforme con los viejos modelos, con la contaminación, con el uso de agroquímicos que dañan las napas. Nace de una transformación individual, desde un contacto que a veces la vida nos da para decir basta de esto y nos acerca a la vida. De ahí en más solo se trata de perder el miedo y de lanzarse a lo nuevo sin poner por delante el dinero y poniendo por delante el amor a la tierra, a la vida, al medioambiente, a todo. Conscientes de que estamos de paso y que tenemos que dejar la tierra un poquito más cuidada, más bella de lo que la recibimos, eso fue el inicio. Tratar de dejar algo mejor para nuestros hijos y no un suelo degradado y el medio ambiente contaminado.
- ¿Por qué se considera orgánico?
- La agricultura orgánica tiene como premisa el no uso de fertilizantes químicos, el no uso de pesticidas sintéticos, así que se pueden usar solamente compost realizados por uno mismo o comprados certificado orgánico para el suelo y algunos productos que no son de síntesis, sino que son naturales y que sirven para repeler y alejar en algunos casos como el carpovirus que es un virus que va enfermando las sucesivas generaciones de carpocapsa para que después de muchos años y de un trabajo muy a conciencia podamos lograr que haya menos presencia de las plagas. También podemos agregar que en lugar de comprar el compost se puede realizar en el propio lugar como nosotros, sembrando centeno, vicia, pasto, utilizando los residuos vegetales de la huerta, mezclados con algún estiércol o guano. Eso es un proceso que dura más de seis meses, hay que ir dándolo vuelta y manteniéndolo húmedo. De esa manera hacemos el abono orgánico que es la base de la alimentación y la salud de las plantas. Podemos seguir avanzando y agregamos la rotación de cultivos eso principalmente en la huerta. Tengo un anhelo para los próximos años de hacer un monte de frutales mixtos en pequeñas cantidades. Ya lo hemos hecho con la huerta, tenemos una fila de verdeo, una de lechuga, una de tomates, flores entre medio, tagetes, albahaca, una asociación de cultivos que se benefician mutuamente. Tambien con el tomillo, ruda, mentas diferentes, orégano, melisa. Los perfumes van confundiendo a los insectos dañinos hasta que aparecen avispitas que parasitan a los pulgones, aparecen la vaquita de san antonio, ese bichito se come los pulgones. Se va equilibrando solo y cada vez tenemos que intervenir menos. Se está utilizando un método en muchos lugares del mundo que es la cría artificial de abejorros para la polinización de los tomates de los pimientos, de los zapallitos de troncos hechos en invernaderos. nosotros tuvimos la suerte de que esté lleno de abejorros esta temporada. Año a año se fueron multiplicando y nunca compramos.
- ¿Cómo se mantiene el proyecto en medio de la cuarentena?
- Nos exigió ser respetuoso de las reglas establecidas, debido a nuestro trabajo tenemos que mantener la producción el abastecimiento, seguir sembrando, seguir haciendo plantines, hoy más que nunca todos necesitamos estar mejor alimentados, con las defensas altas y para eso es importante que sigamos produciendo. Lo que hacemos lo hacemos con mucho cariño. Nos hemos encontrado con un poquito más de demanda inclusive y siguiendo todos los protocolos hemos llevado un poco más de canastas a Neuquén. No hemos podido llevar a Cipolletti porque cada ciudad pone sus propias reglas y realmente se complica mucho. Han cerrado el puente Centenario-Cinco Saltos, las colas son enormes para pasar por el tercer puente. Hay medidas que no comprendo el sentido y que perjudicaron que podamos seguir atendiendo a esos clientes de Cipolletti. Hemos llevado mucho a Neuquén para que la gente no tenga que movilizarse hasta la huerta. Mucha gente venía a tomarse unos mates, mirar los cultivos, ojalá pronto podamos juntarnos nuevamente.
- ¿Cómo es un día en la huerta?
- Todo el año hay mucho trabajo y cambia en las estaciones. En otoño invierno los cultivos son más lentos, tenemos que acordarnos de plantar con un poquito de anticipación, febrero, marzo, abril, tenemos que anticiparnos un poco porque una lechuga que en verano está en 30, 40 días, ahora tarde el doble en tomar tamaño. Se trabaja mucho, baja el ritmo en cuanto al cuidado de las malezas. En verano abundan mucho y llenan todo y dan mucho trabajo. Durante el invierno merma. Nos guiamos un poco más por la salida del sol. En verano comenzamos a las seis de la mañana a trabajar en al tierra, en los invernaderos, para evitar el calor del mediodía. En invierno comenzamos a las 8 aproximadamente y nunca paramos porque es nuestro trabajo, nos gusta, lo hacemos con mucho cariño. Nos adaptamos a los tiempos y a las estaciones del año, acompañando los ciclos, pero tratando de tener cultivos o cosechas y tener la mayor variedad posible para nosotros y para nuestros clientes que esperan eso. Tener la mayor variedad posible de productos. Hay que mantener los invernaderos, reparar algunas cosas que se dañan con el viento, preparamos nuestro fertilizante orgánico propio, para el crecimiento de las plantas además del compost.
Lmneuquen