l igual que otras especies animales, lista en donde los seres humanos van incluidos, estos lagomorfos pueden sufrir de enanismo. En un principio el conejo enano tenía esta condición únicamente gracias a un mal funcionamiento de la hipófisis, glándula responsable de producir la hormona del crecimiento. Pero al igual que ocurrió con perros y gatos, los criadores empezaron una selección de genes con el objeto de reproducir expresamente ejemplares ‘miniaturas’.
Más allá de sus reducidas dimensiones (sus medidas máximas son 25 centímetros de largo y 1,5 kg), estas mascotas son perfectamente normales. Su organismo cumple con todas sus funciones básicas y su vida no se ve amenazada o perjudicada de ninguna forma a razón de su tamaño.
De lo que sí deben estar conscientes aquellos que decidan adoptar uno como animal de compañía, es que son sumamente frágiles. Cualquier golpe, incluso aplicar demasiada fuerza al sujetarlos, puede dar lugar a fracturas y otras lesiones potencialmente mortales. Por lo que con ellos la delicadeza es el modo de comportamiento a seguir.
Se estima que el conejo enano empezó su andadura por el mundo en las llanuras australianas. Progresivamente más de estos pequeños fueron apareciendo en Europa y América, hasta que se dio inicio a la selección artificial para transformarlos en razas estables.
Físicamente estos animales son dueños de patas muy finas y cortas. Su cuello es bastante reducido, lo que aumenta la sensación de estar ante una pequeña bolita de pelos con patas, ojos, orejas y colita. La mayoría de los ejemplares tienen un pelaje corto y suave, sumamente agradable al tacto.
Otro rasgo característico son sus orejas. Si bien no son particularmente largas, (entre cinco y ocho centímetros), cuando están tranquilos las tumban completamente. Lo que aumenta todavía más la imagen tierna que transmiten.
El conejo enano holandés es uno de los más populares. Como su nombre lo indica, es oriundo de Países Bajos. Tiene dentro de su ADN rastros de otra especie bastante conocida: el conejo polaco. Aunque esta última no está considerada propiamente como una ‘raza enana’, ya que a pesar de su’ baja estatura’, no tiene en su interior el gen del enanismo.
Pocos animales pueden competir en ternura con este pequeñín. Si se socializa correctamente y aprende a convivir con los seres humanos, dueños y mascotas disfrutarán de largos años de cariño y acicalamiento.
Es importante tener en cuenta que, a pesar del tamaño, son mucho más enérgicos que sus ‘hermanos mayores’. Por lo que aquellos que permanecen en jaulas, deben disponer de momentos durante el día para correr y brincar en libertad. Y si es en un jardín, mucho mejor.
Ok Diario