ueron familias italianas que encontraron, en las características climáticas del cordón hortícola de La Plata, el lugar propicio para convertir a la alcachofa en un producto codiciado y a la capital bonaerense en el principal productor a nivel nacional. Para los platenses la Fiesta del Alcaucil es una tradición que se espera, se siente y se vive durante todo el año. La edición 2020 fue virtual y se llevó a cabo del 3 al 31 de octubre en las redes sociales @alcachofasplatenses (IG) y @AlcaucilesLP(TW), del grupo de productores “Alcachofas Platenses”.
La propuesta consistió en un recorrido por el Camino del Alcaucil Platense en donde cada parada se desarrolló, de acuerdo con el cronograma general, una temática específica sobre ese cultivo.
“Durante la fiesta se comercializó una caja con alcauciles blancos, violetas o mini alcauciles, una botella del aperitivo Cynar y un escabeche de alcaucil”, explicó Adriana Riccetti, integrante de “Alcachofas Platenses”.
En 2016 los alcauciles platenses recibieron el Sello de Indicación Geográfica, una distinción que protege la producción y la calidad de la alcachofa de acuerdo a las características que tiene el producto, a la región en la que se cultiva, a la historia de los conocimientos y métodos que se aplican para su cuidado, a las cualidades del suelo y las condiciones climáticas.
El alcaucil y sus técnicas de cultivo llegaron de la mano de los inmigrantes italianos que se instalaron en Arana, Abasto y Etcheverry en la década del cuarenta. Allí trabajaron en sus quintas y huertas, transformando a la zona en una de las áreas hortícolas más destacadas del país.
La fiesta revive la tradición europea de agradecer y compartir con la comunidad la nueva cosecha.
“Los principales chefs de la Argentina vienen a buscar los alcauciles a La Plata”, afirmó el experto en cocina platense Diego Cortes, quien desde hace seis años comenzó a trabajar junto a Adriana Riccetti “para darle una identidad más gastronómica a la fiesta y otorgarle mayor protagonismo al alcaucil”.
“En La Plata más del 80 por ciento de los productores tiene una tradición en el cultivo y por eso consiguen un producto logrado y singular”, sostuvo Diego quien a la hora de elaborar platos en su cocina no duda en elegir productos locales tratados con técnicas de la agroecología.
Un clásico es comer las brácteas, parte superficial de la alcachofa, con aceite y limón. También se puede trocear el corazón e incluirlo en salsas, tortillas y rellenos.
“El alcaucil es muy versátil”, sentenció este gastronómico platense y recomendó hervirlo completo y aprovechar todo el producto.
Otra de sus sugerencias es la elaboración de las láminas de alcaucil fritas, acompañadas con alguna salsa como una opción saludable de aperitivo.
Una de las elaboraciones de Diego Cortes es la pizza de salsa pomodoro, ajo, pimientos asados y asados, alcaparras, albahaca, olivas negras y alcauciles. También se usa como relleno de empanadas.
El especialista explicó que el “complejo y dual sabor del alcaucil con su ácido y cierto dulzor”, invita además a la preparación de postres como tallitos en almíbar, flan y mousse de alcachofa con bizcocho de mandarina.
La edición virtual de la Fiesta del Alcaucil será una gran posibilidad de trascender los límites físicos y que otras regiones del territorio nacional, y también del mundo, conozcan este alimento con sus propiedades e historia.
El Comercio Online