s una especie endémica de Argentina que se distribuye en la Provincia de La Pampa, tanto en el centro como en el oeste, y también en las provincias de Catamarca, La Rioja, Mendoza, Neuquén, Río Negro, San Juan, San Luis y Tucumán.
La planta no supera los 3.2 m de altura y posee abundantes espinas, sus hojas son verdes oscuras y perennes. Requiere suelos fértiles, con buena provisión de materia orgánica. Florece de octubre a noviembre de cada año y se reproduce por semilla y también por esqueje. Diferentes partes de la planta pueden utilizarse:
La madera: tiene un color rojizo oscuro y es muy apreciado su uso como combustible porque tarda en consumirse. Además, es de buena calidad para cabos de herramientas. Antiguamente se utilizaba para la construcción de ruedas de carros.
Las raíces: se puede extraer un látex, con el que algunas pocas artesanas aún tiñen de color morado la lana, que utilizan para fabricar prendas. Para este fin deben recolectarse las raíces en otoño.
Por otra parte, además de contribuir a la problemática de la arbustización de los potreros, lo cual ha ido incrementando en los últimos años, la especie tiene cierto valor forrajero, pero debe tenerse precaución debido a que es posible que se genere algún inconveniente al consumir el rebrote.
“El mal del piquillín” es una intoxicación que se ha observado en ganado vacuno, en cabras y en ciervo colorado. Las intoxicaciones se han producido por el consumo de rebrotes de la planta, luego de quemas o sequías prolongadas, pero también se han reproducido experimentalmente la sintomatología administrando corteza de la planta. El síntoma inicial más característico de esta enfermedad es la flexión de los nudos en miembros posteriores del animal, lo que dificulta su andar. Esta enfermedad puede ser mortal según el nivel de consumo y el grado de afectación del animal.
En este sentido, Bedotti y colaboradores en el año 2006, en La Pampa, reportaron que en todos los potreros en los que aparecieron animales con sintomatología habían sufrido incendios y agravado por la situación de sequía posterior que determinó la escasa disponibilidad de gramíneas forrajeras. Los síntomas comenzaron a producirse uniformemente en todos los campos después de una lluvia de unos 50 mm, lo que determinó un rápido rebrote de las especies arbustivas. Los rebrotes de piquillín se veían consumidos, presentando una coloración rojiza en las porciones más inferiores y la presencia de pequeñas gotitas en las partes dañadas por el ramoneo de una sustancia de aspecto resinoso que reflejaba la luz solar con una coloración amarilla-dorada. Los animales que estaban en potreros que no se habían quemado y/o que presentaban menor densidad de Piquillín, no presentaron síntomas. Las categorías afectadas fueron en todos los casos vacas y vaquillonas.
INTA