ener éxito en el trabajo conlleva comprender las acciones de otras personas y las motivaciones detrás de ellas. ¿Tu colega redactó intencionalmente su correo electrónico de una manera que socavara tu credibilidad? ¿Tu cliente no volvió a llamar porque está pensando en usar otro proveedor? ¿Tu jefe te cruzó en el pasillo y no te sonrió porque está enojado por algo que dijiste en tu última reunión?
Existe una posibilidad de que, sin darte cuenta, elijas habitualmente un tipo particular de explicación para el comportamiento de otras personas. Si diagnosticás erróneamente la causa de las acciones de alguien, corrés el riesgo de hacer algo que podría empeorar la situación. Para evitar eso, es importante comprender los factores principales que impulsan las acciones de la mayoría de las personas.
A continuación, detallamos los tres principales factores en los que vale la pena pensar cada vez que te sentís desconcertado sobre algo que un colega dijo o hizo, para que puedas determinar la mejor manera de responder.
Un rasgo es una tendencia estable que alguien muestra en sus interacciones con el mundo. Muchos de estos rasgos reflejan características de personalidad que guían las elecciones y acciones de las personas. Por ejemplo, se puede suponer que tu colega dijo algo para debilitar tu credibilidad porque es manipulador. Esta tendencia suya corresponde a la personalidad común característica del maquiavelismo, que refleja el grado en que los individuos intentan manipular a otros para su propio beneficio.
Sin embargo, a pesar de la frecuencia con la que usamos los rasgos para explicar el comportamiento de los demás, los estudios psicológicos generalmente sugieren que las características de la personalidad representan solo alrededor del 20% al 30% de las diferencias en el comportamiento de los individuos. Eso significa que probablemente se necesite mirar más allá de los rasgos para comprender lo que otras personas están haciendo y por qué lo están haciendo.
Las situaciones juegan un papel importante en lo que las personas hacen y dejan de hacer. Entonces, cuando evalúes lo que ha hecho un compañero de trabajo, también tenés que pensar en el contexto en el que lo ha hecho.
Considerar el contexto puede sonar como algo fácil u obvio de hacer, pero nuestra tendencia a interpretar eventos basados ??en rasgos de personalidad puede hacer que los factores situacionales sean difíciles de ver. Lo importante es que te imagines en los zapatos de la otra persona por un momento. ¿Qué puede estar sucediendo a su alrededor para que actúe como lo hizo esa persona? Incluso si no podés diagnosticar su comportamiento con precisión de esta manera, puede ayudarte a evitar asumir que la razón principal de su acción fue un rasgo.
El tercer gran determinante de las acciones de alguien son sus objetivos actuales. La mayoría de nosotros sobreestimamos nuestro propio impacto en el comportamiento de las personas. Como resultado, asumimos que figuramos en la explicación de por qué alguien está actuando de una manera particular, cuando en realidad no es así. Es mucho más probable que tengan algún otro objetivo en mente que los impulse a actuar de esa forma.
Por ejemplo, tu jefe puede pasar por el pasillo sin sonreír porque llega tarde a una reunión con un alto ejecutivo. Él no está enojado contigo por algún comentario previo (una situación), y generalmente no es una persona fría (un rasgo); solo se está preparando mentalmente para su próxima reunión (un objetivo). Entonces, antes de llegar a conclusiones sobre el comportamiento de alguien, pregúntate qué objetivos podrían llevarlo a actuar así.
Como estrategia general, es inteligente recorrer mentalmente los rasgos, situaciones y objetivos que podrían estar motivando el comportamiento desconcertante de tus compañeros de trabajo. Cuantas más posibilidades considere, mejor preparado estará para responder de manera efectiva.