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Purmamarca: tierra de sabores y colores

Cada uno de los paisajes jujeños merece ser descubierto: desde el Cerro de los Siete Colores, hasta las Salinas Grandes y las Serranías del Hornocal, entre otros

Purmamarca: tierra de sabores y colores
martes 15 de octubre de 2019

Hace varios años que el norte argentino viene perfilándose como uno de los puntos turísticos más atractivos del país. A la belleza del paisaje, hay que sumarle la calidez de los pobladores, que reciben con los brazos abiertos a los visitantes que llegan provenientes de todas partes del mundo. Dentro de la zona del NOA, Jujuy se posiciona como uno de los lugares de mayor interés, ya que en su geografía alberga –entre otros rincones–, el Cerro de los Siete Colores, las Salinas Grandes y las Serranías del Hornocal.

Al aterrizar en territorio jujeño, lo primero que hay que hacer es pasar por el maravilloso Cerro de los Siete Colores. Una vez aquí, nuestra percepción va a quedar hipnotizada al contemplar la majestuosidad de la montaña con tonalidades amarillas, verdes, marrones, coloradas, naranjas, bordós y blancas. El macizo muestra sus colores como si fuera una cresta pigmentada por arcilla, arena, piedra caliza, plomo, calcio, hierro, azufre, cobre y manganeso.

Para pasar la tarde, el sitio cuenta con numerosos puestos de artesanías, que rodean una plaza caracterizada por la inigualable cultura andina. En los locales de Airampo y Sury pueden encontrarse obras de artistas locales, elaboradas con materiales y motivos de la región; mientras que en Llama Negra se venden prendas diseñadas por Daniel Casimiro, de alta costura, realizadas con lana de llamas y ovejas del corazón de la quebrada y la puna.

Al salir del paseo de compras se accede a un barrio de calles de polvo sin vereda, que suben y bajan entre un vecindario de casas bajas de adobe. Trepando unos metros se llega al Camino de los Colorados, que es un trayecto de tres kilómetros planos que va en zigzag detrás del gran cerro. En este sector, se pueden visualizar piedras rojas que fueron adquiriendo formas muy variadas con el paso de los años, como consecuencia del sol que les impacta de lleno durante los atardeceres.

Una excursión infaltable en un tour por Purmamarca es el recorrido por las Salinas Grandes. Se arriba a ellas a través de la afamada Cuesta de Lipán, que encamina hacia el cielo por una ruta de asfalto. Cada curva presenta un escenario nuevo que merece una parada de varios minutos para poder ser admirado. Aquí se conjugan las montañas y quebradas con luces y sombras que hacen que la experiencia sensorial sea inolvidable.

Las Salinas Grandes, ubicadas en medio de la puna, conforman un terreno perfectamente plano, que está rodeado por montañas violetas. El cielo y las nubes se reflejan en el azul cristalino de las aguas, que están saturadas de sal y poseen en su interior curiosas formaciones. La forma más sencilla de llegar es a través de los accesos que controlan las comunidades kolla. En ellos, un guía se encarga de explicar cada uno de los puntos de este terreno sagrado, donde sugiere no salirse del sendero y habla de los ciclos que el salar atraviesa a lo largo del año. También exhibe los sitios donde los locales cosechan sal desde tiempos remotos: se denomina “venas” a las líneas sólidas que forman las redes, y “flores” a los cristales que se forman en el agua de los piletones rectangulares que se llenan de la sal sólida que será extraída.

A solo una hora y media desde Purmamarca están las Serranías del Hornocal, que si bien son espectaculares, no están tan difundidas como otros puntos de la geografía jujeña. Durante el viaje en auto, el paisaje montañoso va variando hasta llegar a una monotonía verde y parda que provoca un gigantesco estallido de colores. El Hornocal se asemeja bastante al Cerro de los Siete Colores, aunque es más grande y presenta más tonalidades. A la zona se la llama el Cerro de los 14 Colores, aunque hay quienes afirman que llegaron a observar 33 tonalidades distintas.

A cada color le corresponden sus respectivas rocas, tierras, texturas e historia. Aquí, además, año a año suelen celebrarse fiestas, donde los turistas pueden disfrutar del escenario con música y bailes.

Según dicen, los colores del Hornocal pertenecen a diversas eras geográficas y están ubicados en capas geológicas paralelas e inclinadas. Esto expresa la fuerza tectónica que originó el paisaje y reconoce la magnitud de su leyenda.

 

Gastronomía

A la hora de comer, usualmente los turistas se deleitan con platos típicos como cordero, tamales o carne de llama con malbec, que se sirven en una innumerable cantidad de restaurantes y hosterías.

 

Hospedaje

Se recomienda El Manantial del Silencio, que posee lujo y ambientes espaciosos dentro de un escenario cómodo y armonioso. El lugar fue hecho artesanalmente con materiales nobles, como hierro, madera, cerámica y bronce, y está decorado de manera muy tradicional. Dentro de su restaurante se ofrecen platos increíbles a cargo del chef Sergio Latorre. Entre los mejores, se destaca el carpaccio de lomo de llama con rúcula silvestre, alcaparras, queso de cabra y hummus.

La habitación doble tiene un valor de $4.500 en temporada baja y $6.100 en alta, respectivamente. El servicio incluye desayuno buffet y acceso a las principales instalaciones del lugar: piscina, spa y estacionamiento, entre otras.

 

¿Cómo llegar?

Desde Buenos Aires parten seis vuelos diarios a San Salvador de Jujuy, por un valor que ronda los $5.200 el pasaje ida y vuelta. Además, desde Córdoba sale un avión por $5.130.

Desde la ciudad hasta Purmamarca salen micros que demoran una hora, que se consiguen desde $131.

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