Ecosistemas Agrícolas / Trigo / Valor Agregado en Origen

El procesamiento de trigo por parte de la molinería alcanzó el nivel más elevado de los últimos ocho años gracias al corralito contra la evasión

En el ciclo comercial 2019/20 el procesamiento registrado de trigo por parte de molinos harineros argentinos experimentó el nivel más elevado de los últimos ocho años

El procesamiento de trigo por parte de la molinería alcanzó el nivel más elevado de los últimos ocho años gracias al corralito contra la evasión
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sto se pudo dar gracias a las acciones implementadas en los últimos años por la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario (DNCCA). Entre diciembre de 2019 y noviembre de 2020 –según datos oficiales– la industria molinera procesó 6,07 millones de toneladas de trigo pan, la cifra más elevada desde 2011/12, cuando se molieron 6,12 millones de toneladas.

En aquel momento, la intervención del mercado de trigo instrumentada por durante el gobierno kirchnerista provocó, en una primera fase, la proliferación de nuevos molinos harineros en diferentes regiones productivas con el propósito de aprovechar la oferta “cautiva” del cereal.

Sin embargo, debido a la falta de incentivos, la cosecha argentina de trigo se destruyó a partir del ciclo 2012/13 y los precios internos del cereal comenzaron a registrar importantes subas, lo que hizo que muchos molinos comenzaran a operar con diferentes grados de informalidad.

 

A partir de 2016/17, con nuevas reglas de juego instrumentadas por la gestión del presidente Mauricio Macri, la cosecha argentina de trigo –que no había logrado superar los 10 millones de toneladas en 2012/13 y 2013/14– se recuperó para volver a alcanzar cifras mayores a 18 millones de toneladas. Pero los volúmenes procesados por molinos harineros, extrañamente, no acompañaron ese proceso.

Eso comenzó a cambiar a fines de abril de 2019 con la implementación, a nivel nacional, de la obligación por parte de los molinos harineros de contar con un Controlador Electrónico de Molienda de Trigo (CEMT) en la fase previa al ingreso de la primera roturación del cereal, lo que permitió, junto con un trabajo de inteligencia comercial, realizar un seguimiento mucho más estricto de los volúmenes industrializados.

El “corralito” contra la evasión instrumentado a partir de entonces permitió a los agentes de la Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario clausurar y aplicar multas a aquellos molinos en los cuales se detectó mercadería sin declarar. Desde entonces, se observó un progresivo crecimiento de los volúmenes registrados de molienda.

En el último ciclo comercial la industria molinera argentina procesó un 30,8% de una cosecha de trigo de 19,75 millones de toneladas.

 

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