entro de las hojas verdes, la rúcula supo ganarse un lugar en la mesa de los argentinos. Para los que todavía no la conocen, se trata de una hierba anual, alta en fibra y con contenido de hierro y vitamina C. Perteneciente a la familia de las brasicáceas o crucíferas, su nombre científico es Eruca vesicaria Cavanilles o Eruca sativa Mill, según la variedad.
- En Buenos Aires y otras regiones argentinas, la rúcula puede cultivarse todo el año sin dificultades. Lo ideal es hacerlo en zonas con climas cálidos y temperaturas moderadas. Para su pleno desarrollo, procure exponerla al sol con cuidado.
- Con un ciclo de cultivo corto (20 a 60 días), la planta se adapta a todo tipo de suelos, aunque prefiere los calcáreos, permeables, ricos en materia orgánica y bien drenados.
- Las semillas deben sembrarse a una distancia de entre 15 y 30 cm. Con un suelo húmedo y abonado, la germinación puede producirse entre los 10 y los 14 días. Recuerde retirar yuyos y malezas.
- La hoja debe recolectarse antes de que se desarrolle el tallo floral. Para esto, corte las hojas a nivel del suelo. Es posible realizar entre 5 y 7 cortes durante todo el año.
- Para evitar la presencia de pulgones, rocíe una solución de agua y jabón blanco sobre las hojas.
- Es aconsejable cultivarla junto a tomates, berenjenas y pimientos.
- 50 cm3 de jugo de rúcula
- 2 huevos y 2 claras
- 500 g de harina
- 2 peras
-100 g de nueces
- 200 g de queso azul
- 2 ramas de apio
1- Licuar la rúcula con agua y colarla.
2- Agregar los huevos, las claras y la harina hasta lograr la masa. Amasar durante diez minutos y dejarla descansar en la heladera.
3- Cortar las peras y las ramas de apio y saltear todo a fuego mínimo durante diez minutos. Luego, agregar el queso azul junto a las nueces picadas.
4- Armar los sorrentinos de la manera tradicional y ¡a disfrutar!