as heridas representan uno de los accidentes más comunes en los equinos, y cuando no se tratan con la premura y las técnicas convenientes, suelen dejar secuelas tales como infecciones, deformaciones o alteraciones estéticas o funcionales del aparato locomotor o de otras regiones del cuerpo. En algunos casos son serias, porque perjudican el desempeño, la conformación, la estética, la utilidad de un animal e incluso su valor.
Las heridas se clasifican de diferentes formas y van a producir en los equinos, los siguientes signos o síntomas: daños en los tejidos, dolor, hemorragias y alteración en la función que desempeña el animal.
El tejido que sufre la lesión, presentará una respuesta inflamatoria y su objetivo será protegerse de la excesiva pérdida de sangre, la invasión de sustancias extrañas al organismo, eliminará el tejido muerto y en mal estado.
A partir del momento de producida la herida, el organismo animal se dedicará a eliminar coágulos, tejido muerto, cuerpos extraños y microorganismos. Luego de transcurridas las primeras 12 horas comenzarán diferentes etapas como la de reparación, formación del tejido de granulación, contracción de la herida y finalmente, la cicatriz.
Ante una herida es aconsejable solicitar de inmediato la atención profesional, porque el tiempo transcurrido es muy importante para dictaminar “qué hacer” y para evitar la presencia de complicaciones. Además, es importante contar con un botiquín de emergencias.
Tratamientos caseros como, por ejemplo, la aplicación de aceites, querosén, alquitrán, pomadas, etcétera, son en general contraproducentes, pues van a dificultar la higienización en el caso que se efectúe la correspondiente sutura.
En un primer momento lo más importante es mantener al equino en un lugar seco y aseado, procurar que la herida no se ensucie y contamine, pues si se aconseja la sutura, es conveniente que esté limpia.
Los caminos que pueden seguirse son dos: 1) realizar con premura una sutura, es muy conveniente porque facilitará el contacto de las partes lesionadas, permitiendo que los bordes de la herida se junten, de esa forma “se cierra” favoreciendo una cicatrización rápida y efectiva, y 2) Si no es posible suturarla por las siguientes causas: características propias de la herida, estado general del herido, el tiempo transcurrido, contaminación o separación de los bordes de la herida por pérdida de tejidos, etcétera, la cicatrización será singularmente más lenta y quedará una cicatriz visible que podrá ser más o menos importante de acuerdo a la herida.
La finalidad es realizar cuanto antes una sutura si la herida lo permite. Además, es aconsejable seguir un tratamiento apropiado para esa herida. Su rápida ejecución es sumamente ventajosa, permitirá que el equino recupere su actividad lo antes posible, sin demostrar consecuencias presentes o futuras.
En general, podemos decir que, en los equinos, las heridas importantes con pérdidas de tejidos ubicadas por debajo del carpo (“rodilla”) o del tarso (“garrón”), cicatrizan lentamente, y generalmente presentan como complicación la formación de un exceso del tejido de granulación (color rojo, firme y de apariencia granular), llamado queloide, constituyéndose en seria dificultad que impide la normal cicatrización de estas zonas.
El ABC Rural