La planta de procesamiento que la empresa Citrusvil, perteneciente al Grupo Lucci, tiene en la localidad tucumana de Cevil Pozo, cuenta con una tecnología que permite que la firma no desperdicie nada de la materia prima que se utiliza en la producción, permitiendo aprovechar al máximo el rendimiento del limón para la creación de fruta fresca y otros productos derivados.
Citrusvil es una de las limoneras más grandes del mundo, con alrededor de 7.500 hectáreas anuales para la producción del cítrico. Aquí se procesan cerca de 330 mil toneladas que se industrializan para obtener los clásicos productos convencionales –es decir, aceites esenciales, jugos concentrados o cáscara seca–; aunque el lugar se distingue por poseer un sistema que realiza todas las fases sin dejar que los efluentes vuelvan al ambiente, ya que convierte los desechos industriales en biogás y fertilizantes. A ese biocombustible, se lo emplea para abastecer el 35% del consumo energético de una de sus plantas.
“El proyecto surgió por la voluntad del directorio que quería estar a la vanguardia y darle un estímulo extra a uno de sus clientes principales, Coca-Cola, que desde hace treinta años nos apoya gracias a nuestro profesionalismo”, expresó el gerente de negocios de la marca, Hernán Ruggiero. Según se sabe, hasta 2018 Coca-Cola compraba el 60% de la producción argentina de jugo concentrado de naranja y el 30% del jugo concentrado de limón y pomelo; lo que equivale al procesamiento de 170 mil toneladas de limones, ochenta mil de naranjas y quince mil de pomelos, respectivamente.
Se llega a producir biodiésel a partir de la pulpa y los caldos que quedan después del proceso de industrialización. A estos, se los vierte en una gran burbuja o biodigestor, donde unas levaduras van consumiendo su materia sólida y la convierten en carbono y metano. “Esto nos permite no solo producir el biocombustible, sino las aguas de vertido. El líquido que queda se usa en las 500 hectáreas de plantaciones de limones como agua de riego”, comentó Ruggiero, enfatizando que al cabo de 25 días todo el desecho queda convertido en nuevos insumos.
En este contexto, los diez mil metros cúbicos de desechos diarios que pasan por el biodigestor vuelven al circuito como gas y compost, para servir de abono para los limoneros que ingresarán nuevamente a la planta de procesamiento iniciando un nuevo ciclo.
“Fuimos pioneros a nivel mundial en el uso de esta técnica a partir de la industria del limón y en lograr ser efluentes cero mediante la producción de biogás”, sintetizó Ruggiero, quien aseguró que si bien el proyecto de los biodigestores empezó hace más de una década, previamente en Citrusvil ya se hacían tratamientos de desechos de forma aeróbica en lagunas artificiales. Lo que diferencia esta técnica de las demás implementadas es que a través de un procesamiento anaeróbico, el proceso es más eficiente, además de que le suma a la producción el agregado de valor del biogás.
Para la asistencia y asesoramiento tecnológico, la empresa se asoció con Biotec, una compañía belga que se dedica al tratamiento de efluentes de la agroindustria. Se estima que por año se consumen cerca de catorce mil millones metros cúbicos de gas natural para generar vapor y el secado de la cáscara.
Con solo una tonelada de fruta procesada se producen 16 metros cúbicos de biogás; esto quiere decir que con tres biodigestores se puede reemplazar el 35% del gas natural usado para alimentar las calderas de una de las plantas, lo que significa un ahorro de más de 550 mil dólares.
El 80% de los limones nacionales se produce en Tucumán. La Argentina es la principal productora de su variedad amarilla a nivel global, de modo que ocupa una posición de relevancia dentro del mercado en lo que respecta a las exportaciones. El competidor más grande es Sudáfrica, país con el que se divide el negocio.
Las 7.500 hectáreas de Citrusvil están dispuestas en 23 fincas. Debido a que se busca producir plantas de calidad, con buena sanidad y certeza varietal, la firma cuenta con viveros propios de los que salen 200 mil plantas por año que llegan a cien países y se comercializan en cuatro productos: limón en fresco; aceites esenciales que se usan para la fabricación de gaseosas, golosinas, perfumes y artículos farmacéuticos; jugo de limón concentrado y cáscara seca.
“Son cuatro negocios muy distintos, pero todos tienen un alto valor agregado. Contrariamente a lo que se supone, el producto con mayor valor agregado es la fruta fresca, donde la mano de obra supera el 50% del costo de un producto que va directo al consumo y requiere una delicada cosecha agregando un valor por unidad muy alto”, explicó Ruggiero.
Al respecto, vale aclarar que Citrusvil tiene 1.500 empleados estables, aunque en épocas de cosecha puede llegar a tener a más de seis mil personas trabajando, produciendo un importante movimiento para la economía de la región. Asimismo, una de cada tres toneladas de jugo concentrado de limón que se comercializan en el mundo son de la marca del Grupo Lucci, que exporta 22 mil toneladas de las sesenta mil que comercializa.
En palabras de Ruggiero, el plus que se obtiene con la cáscara seca es que es un subproducto que rápidamente se puede convertir en pectina, un ingrediente que se utiliza en la industria alimenticia como espesante para golosinas, lácteos, gelatinas y mermeladas.
Si bien el futuro es alentador, entre las principales preocupaciones y desafíos para el sector aparece el Huang-Long-Bing (HLM) o Dragón Amarillo, que es una enfermedad que amenaza la producción citrícola mundial, atacando los árboles transmitiéndole a sus frutos un sabor amargo que produce anomalías en su forma y tamaño. Las pérdidas globales producto de este padecimiento alcanzan a casi el 30% de la producción. “Se propaga muy rápido y todavía no tiene cura. Solo nos puede salvar una buena acción conjunta”, concluyó el gerente de Negocios.
Fue fundado por el inmigrante italiano Don Vicente Lucci, quien se instaló en Tucumán, donde en 1962 creó Viluco. Casi una década después, en 1970, dio a luz a Citrusvil, empresa que –al igual que todas las integrantes del grupo– en la actualidad es administrada por sus hijos, Daniel y Pablo, y factura alrededor de 300 millones de dólares anuales.
En Santiago del Estero, más precisamente en la localidad de Frías, el Grupo tiene la única planta de molienda de soja del noroeste argentino, que tiene una capacidad de un millón de toneladas al año. Allí se producen 700 mil toneladas de harina Hi-Pro, que es empleada para alimentar cerdos y aves. También se elaboran 350 mil toneladas de alimentos balanceados, 200 mil de biodiésel y dos mil de lectina de soja.
Además, producen caña de azúcar desde “El Pucará” y poseen “Engordar”, una unidad de negocios destinada a la ganadería, con 35 mil hectáreas distribuidas en seis establecimientos de Santiago del Estero, Catamarca y Tucumán.