Los especialistas del INTA Villegas recomiendan una serie de factores que pueden determinar el desarrollo exitoso o un fracaso rotundo a la hora de planificar una siembra:
La implantación de la alfalfa tiene un costo de cinco mil pesos por hectárea. La semilla y la fertilización definen el precio de implantación, por lo que se recomienda realizar un análisis previo del suelo.
Se aconseja acceder a información sobre la adaptación del cultivo en cada zona y del potencial de producción, persistencia, grado de reposo y resistencia a plagas y enfermedades. Los datos están disponibles en todas las Agencias de Extensión del INTA del país.
Los cultivos de invierno -como trigo, avena o centeno- son los más recomendados como antecesores de la alfalfa. Cultivos estivales como el mijo o la moha y maíces de silo también son reconocidos como aptos para realizar una correcta preparación del lote.
Elegir la fecha adecuada para la siembra es factor crucial a la hora de conseguir una implantación exitosa; siempre teniendo en cuenta la temperatura, humedad del suelo y cantidad de horas sol.
A nivel suelo, existen algunos limitantes como valores de pH, densificaciones y nivel de fósforo. Éste último es uno de los principales nutrientes que limitan la producción y que -debido a su escasa movilidad en el suelo- obligan a realizar fertilizaciones fosforadas antes o durante la siembra.
Es fundamental utilizar productos de buena calidad. Lo más habitual es comprar la semilla de alfalfa curada: pelleteada, inoculada y con insecticida. El peleteado mejora la implantación protegiendo al cultivo del ataque de hongos y microorganismos patógenos; mientras que, el curado con insecticidas, brinda protección durante la emergencia de plagas que puedan ocasionar graves pérdidas.
Es conveniente definir la densidad de siembra según la cantidad de plantas/metros cuadrados a lograr y ajustar ese objetivo a cada situación particular.
Con siembra convencional se logra menor cobertura, mayor temperatura del suelo y disponibilidad de nutrientes que favorecen al desarrollo inicial. Este sistema requiere un mayor cuidado en profundidad de siembra y control de malezas. La siembra directa tiene ventajas en cuanto al manejo del agua, malezas y el control de la profundidad, aunque habitualmente los suelos tienen mayor cobertura a menor crecimiento inicial y mayor incidencia de insectos en el suelo.
Se recomienda monitorear frecuentemente la aparición de pulgones y trips, dos de las plagas más comunes en implantación.
Evitar sembrar alfalfa en lotes con infestación de malezas perennes de difícil control como gramón, pasto, puna y cebollín. Si es inevitable sembrar en estas condiciones, se recomienda programar la limpieza del lote con anticipación. Las aplicaciones de herbicidas deben realizarse pre-siembra, pre-emergencia y post-emergencia. Los pastoreos fugaces e intensivos pueden ser eficaces para el mantenimiento de la pastura libre de malezas.