a provincia de Buenos Aires cuenta con 17 millones de habitantes, lo que la convierte en la más poblada del país. En su territorio concentra el 38% de la población argentina. Solo en el AMBA, habitan casi 15 millones de personas. Sin embargo, de los 135 distritos que la componen, 70 tienen menos de 35.000 habitantes, y dentro de este grupo existen 310 pueblos con menos de 500 habitantes.
La cuarentena obligatoria por la pandemia de coronavirus acrecentó el interés de abandonar la gran ciudad para habitar alguna de estas localidades. Alcanzar una mejor calidad de vida, más libertad y un contacto directo con la naturaleza son algunas de las razones por las que se busca este cambio.
A continuación, seis pueblos bonaerenses abiertos a recibir nuevos habitantes y con oportunidades para acompañar el desarrollo del lugar.
En Pardo viven 200 habitantes. Queda a 220 km de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el partido de Las Flores, con acceso directo por asfalto desde la Ruta 3. Es un típico pueblo de la campiña bonaerense, con veredas arboladas, casas amplias con jardines inmensos, almacenes y vecinos que saludan.
“El pueblo ofrece una vida en comunidad real, donde todos nos conocemos y ayudamos mutuamente”, afirma Juan Manuel Damperat, de 42 años, que vive en una casa de adobe. “Te sentís parte del todo; sabes cuándo va a llover o a helar”, confiesa.
Los que pretendan venir a vivir aquí, “tienen que dejar su zona de confort y animarse a una vida sin una agenda tan ajustada, dejarse llevar por los ciclos diarios y estacionales", aconseja.
Villa Arcadia queda a 550 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, en el partido de Coronel Suárez. Hoy, viven 500 habitantes. El río Sauce Grande separa esta localidad de Sierra de la Ventana. Este cordón serrano enmarca el entorno natural del pueblo que tiene todos los servicios. Las rutas lo conectan con las principales ciudades de la región. “En tiempos donde el trabajo se cumple con la metodología home office, algunos planteos o limitaciones ya no tienen consistencia”, afirma Julieta Colonnella, de 41 años, técnica en turismo rural del INTA de Coronel Suárez. “Es arbolado y las sierras parecen estar en el patio de cada casa. Los inviernos son fríos y los veranos, agradables. Los arroyos invitan a mojarse”, describe.
Según ella, los nuevos habitantes deberán aprender lo necesario del lugareño e ir con disposición a abrazar su nueva tierra. “Aquí los niños pueden tener una crianza libre con mayor conexión con la naturaleza”, remata.
Arenas Verdes es un pueblo marítimo que está sobre la costa de playas vírgenes, a 1.000 metros de un bosque, y cuenta con apenas 18 habitantes. Está en el partido de Lobería, a 25 kilómetros de Necochea y a 100 km de Mar del Plata.
“Hace 30 años estábamos solos”, asegura Marcelo del Hoyo. Su madre, que fue la primera habitante, tiene una fonda de mar donde ofrece comida típica. Marcelo Tinelli es uno de los que llega en los veranos para saborear sus empanadas.
“Es una vida muy sencilla. No tenés las comodidades de la ciudad, pero salís de tu casa y está la playa”, sintetiza. “Tenés que estar muy bien con vos mismo para vivir acá”, advierte. La soledad se siente, “aunque los que estamos nos juntamos a la noche a jugar a las cartas y la pasamos muy bien”, confiesa.
Está ubicado a 600 km de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en el partido de Adolfo Alsina. Gregorio Aberasturi nació en el pueblo, vivió allí cuando tenía más de 1.000 habitantes y fue testigo del éxodo y el derrumbe.
Aberasturi trabaja en consignación de hacienda y desde 2015 persigue un sueño: llevar familias emprendedoras para que refunden el pueblo. Ha avanzado en conjunto con la ONG Proyecto Pulpería y quiere seguir con la idea. Él ofrece terrenos, sin costo, destinados a familias que tengan un proyecto de impacto local en el pueblo, que prioricen los valores de la vida rural, con recursos y medios propios para llevarlo a cabo. “El interior de nuestro país se ha convertido en un desierto demográfico”, asegura.
Con el dinero de la venta de un inmueble en la ciudad, se puede comprar un campo y vivir en familia, rodeado de naturaleza. “Las familias que lleguen serán refundadoras del pueblo”, afirma.
Villa 7 de marzo está a 950 kilómetros de la city porteña, en el partido de Carmen de Patagones. Se trata de la última playa de la provincia de Buenos Aires, o “la primera para los que llegan de la Patagonia”, sostiene Silvia García, nieta de un inmigrante español que sentó las bases para fundar esta aldea marítima, frente al estuario del río Negro, donde hoy habitan 50 personas.
“Somos diez familias que estamos construyendo este pueblo”, afirma. Hacia el norte se presentan 130 kilómetros de playas vírgenes hasta Bahía San Blas. Está todo por hacerse, aunque cuentan con servicios básicos que permiten el arraigo, como electricidad y agua. “Tenemos a 30 kilómetros Carmen de Patagones, lo que nos ayuda mucho”, asegura Silvia.
Arroyo corto queda a 550 km de la Ciudad de Buenos Aires, en el partido de Saavedra. Tiene 500 habitantes. La localidad tiene excelente conectividad, una entrada por asfalto y está a solo 15 kilómetros de Pigüé, ciudad cabecera del partido, con gran nivel económico, educativo y cultural. El pueblo está frente al cordón serrano de Cura Malal. “La mayoría de la gente puede almorzar y cenar en la casa, acompañar a los chicos en las actividades escolares, estar con la familia; las distancias son cortas y todo el mundo se conoce”, resume Marina Monje, referente de turismo rural del distrito.
“El día alcanza para todo: disfrutar del pueblo, de la vida al aire libre, visitar a los amigos”, dice. La localidad tiene comercios, servicios de salud y escuela.