En abril del año pasado, en San Miguel de Tucumán, 25 cosechadoras marcaron el inicio de la zafra azucarera en la provincia y la primera cosecha de caña en donde se utilizaron máquinas con monitoreo de rendimiento. La consigna parece ser innovación y tecnología para producir más y mejor: con la incorporación de agricultura de precisión, tecnologías en el cultivo e inversiones que, según fuentes de la provincia, rondan los US$100 millones, los productores cañeros buscan tener mayor rentabilidad en la principal actividad productiva de Tucumán y de todo el norte argentino.
En relación a esto, Hernan Maurette, presidente del Centro Azucarero Argentino (CAA), trazó una radiografía del sector. “La actividad está viviendo un momento de enorme vitalidad y un proceso de reconfiguración de sus paradigmas. El plan de promoción del biotenol ha recibido enormes inversiones y el consumo de azúcar siempre será importante porque es un alimento 100% natural de alto contenido energético”, indicó.
Por otro lado, Juan Luis Fernández, ministro de Desarrollo Productivo de Tucumán, confirmó la mejora permanente del sector y destacó la inversión privada del orden de los US$100 millones por parte de los cañeros. A su vez, explicó: “En mejoramiento genético hay una obtención de variedades que pueden reemplazar a las que estamos usando. Al ser una provincia chica, Tucumán tiene que sacar la mayor productividad de cada metro cuadrado”.
Por su parte, la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (EEAOC), apuntala tecnológicamente al sector productivo tucumano desde hace casi 110 años. Según manifestó Eduardo Romero, coordinador del subprograma Agronomía Caña de Azúcar, la provincia tiene el 75% de sus cañaverales cultivados con una sola variedad, un porcentaje alto y “peligroso”, expuesto a enfermedades como la roya marrón y naranja.
Finalmente, dentro del campus de la Universidad de San Pablo-T (USP-T), situada en las instalaciones del ex ingenio azucarero, se encuentra el Centro Integral de Biotecnología Aplicada (CIBA), que reproduce variedades de caña de uso comercial mediante la micropropagación y las potencia para aumentar los tonelajes que se producen por hectárea.
El director general del centro, Federico Pérez Zamora, contó que desde el año pasado comercializan plantines de caña a productores. “La esencia del CIBA es integrar todas las bases de conocimiento biotecnológico existente y darles aplicabilidad directa en la producción”, afirmó. Por su parte, el INTA extiende los certificados de las plantas libres de enfermedades y el Senasa certifica el movimiento del material vegetal.