Para lograr el rollo perfecto se necesita tener en cuenta distintos factores, como la arquitectura y la uniformidad de la andana de pasto oreado, que influyen en el funcionamiento de la rotoenfardadora y hace que los rollos alcancen la calidad y durabilidad óptimas.
La andana ideal debe ser de forma pendiente a regular, con un ancho y una altura uniformes en toda su longitud, para que la alimentación de la rotoenfardadora sea pareja y constante, con lo cual será uniforme en el tiempo la presión de enrollado que soporta.
La densidad del pasto es ideal cuando la cantidad del mismo es de alrededor de dos kilos por metro lineal de andana de leguminosa y un poco menor para las gramíneas. Con esto se logra una buena compactación del rollo.
La velocidad de avance ronda entre los 5 y 7 kilómetros por hora; aun así, dependerá de la densidad de la andana. El caudal de entrada de pasto a la cámara es de suma importancia, ya que si es demasiado, es decir que la rotoenfardadora avanza a una velocidad mayor a la deseada, el amasado del pasto será de manera tal que los rollos finalizados se aplastarán en poco tiempo. Si la velocidad de trabajo es inferior, se perderá la capacidad de trabajo; por eso, tampoco es conveniente para el negocio de la confección de heno.
Para conseguir un rollo de forma cilíndrica, se deberá prestarle atención a la carga de los bordes de la máquina; después, seguir con uno o dos zigzagueos continuos hasta que el rollo se haya formado. Como al comienzo la máquina de enrollado tendrá poco material, va a haber diferencias notables entre los extremos y su zona céntrica, aunque una vez que se vaya aumentando progresivamente el volumen de heno, se irá haciendo cada vez menos visible.
La pericia del operador será reemplazada por un monitor completo, ubicado en la cabina del tractor, y sensores en las correas laterales, que indicarán con qué frecuencia se deberán hacer los zigzagueos en la conducción para alcanzar el llenado correcto de la cámara de enfardado.
Después, el zigzagueo será en tramos más largos y más quebrado o pronunciado, para cargar en forma pareja la cámara en todo su ancho, y evitar que se forme un ovillo.
Para disminuir la pérdida de hojas se debe verificar que la dirección de avance del equipo sea la misma que la aplicada para la cortadora y el rastrillo, que brinda un trato más suave y hace que se desperdicien menos. Es fundamental tener en cuenta que las andanas rastrilladas temprano por la mañana conservan la humedad por más tiempo, así que se aconseja dejarlas para enfardar sobre el final.
La presión de trabajo define rollos más compactos, con mayores oportunidades de mantenerse con calidad por más tiempo; por ende, la presión de enfardado será la mayor que el equipo permita. Con las correas trabajando a 200 bares de presión, los rollos logran una buena densidad, de aproximadamente 160 kilogramos por metro cúbico.
Para la confección de los rollos, hay que considerar el momento de inicio, cuando el forraje llega a un 20% de humedad aproximadamente, punto que se define con la ayuda de humedímetros electrónicos, que se usan introduciendo el sensor del medidor en el interior de un manojo de heno colocado en un balde o recipiente. En días de mucho calor, es bueno empezar temprano, antes de que la temperatura suba o la humedad relativa sea baja, que es cuando se pierden hojas debido a que el forraje está reseco y quebradizo.
Cuando se comienzan a ver hojas en el suelo, lo recomendable es detener el enrollado y volver por la noche, cuando la temperatura es más baja, hasta que el forraje llegue al 22% de humedad. Se aconseja evitar el rocío, ya que las gramíneas como la moha tienen menos problemas de pérdida de hojas. En conclusión, si se enfarda muy seco, se pierden hojas, y si se hace en condiciones muy húmedas, habrá fermentación en los rollos y quizás se generen hongos tóxicos, además de ocasionar la pérdida de kilogramos de forraje.
Con aditivos, como ácidos propiónico y acético, salpicados sobre el rollo en confección, se puede enrollar hasta con un 25% de humedad en el forraje sin problemas de fermentación. De esta manera, se reducen las pérdidas de hojas en el recolector y en el amasado con las correas. Así, se logra un buen porcentaje de hojas, que implica mayor contenido de vitaminas y proteínas.
Se deberá controlar que el recolector tenga todos sus dedos completos y en buen estado. Asimismo, se deberá verificar que la rueda copiadora del suelo esté en buenas condiciones. El atado será con menor cantidad de vueltas del rollo posible, compatible con un buen empacado, a fin de minimizar el tiempo de detención entre rollos, lo que disminuye la capacidad de trabajo del equipo. A más vueltas de atado, mayor será la fricción del fardo contra las correas, que fomenta las pérdidas de hojas.
El engrase de los puntos con movimiento evita el desgaste prematuro. Este se puede verificar en estos puntos cuando su movimiento no es suave o presenta sobresalto o vibraciones no esperadas. La apertura de la cámara debe ser sin trabas o vibraciones, así como el movimiento del bastón expulsor o la rampa de descarga.
También se deberá revisar en la rotoenfardadora si la presión de los neumáticos es la indicada, de acuerdo al manual de la máquina, y si el tablero de control funciona correctamente con sus conexiones en trabajo.
El tractor trabaja con sus trochas delanteras y traseras abiertas al máximo para evitar el pisoteo de la andana cuando el equipo circula sobre ella. Un chequeo periódico de la máquina de elaboración propia es muy útil para ordenar la tarea de puesta a punto y mantenimiento de la rotoenfardadora.