asar la noche en una casa de campo, andar a caballo, participar del proceso de elaboración del pan o simplemente comer un asado en una estancia son actividades que, cada vez con mayor frecuencia, eligen los bonaerenses para conocer y distenderse por unas horas.
De la mano del crecimiento del denominado “turismo rural” los especialistas destacan la importancia de profesionalizar la actividad y, a su vez, contar con acompañamiento estatal.
Pueblos como San Antonio de Areco, Tomás Jofré (Partido de Mercedes) o Uribelarrea (en Cañuelas) son tal vez los más conocidos, pero la provincia cuenta además con otros destinos turísticos en desarrollo en los municipios de San Andrés de Giles, Chascomús, Lobos, Brandsen, General Viamonte y Suipacha, por citar sólo algunos casos. También en Tandil y Tornquist.
Para Mariano Villani, presidente de la Asociación Civil Latinoamericana de Turismo Rural (Alatur), “la modalidad que más vemos es la ‘escapada’: la gente se va por el día o el fin de semana”.
“Esto -explica Villani- responde a dos cuestiones. En primer lugar, a un cambio en el comportamiento de la demanda: la gente ya no se va de vacaciones por un mes en el verano sino que hace salidas cortitas durante el año. En segundo lugar, pasamos de un turista más bien pasivo, que se sentaba debajo de una sombrilla a leer un libro, a otro mucho más activo, más curioso, que quiere hacer y participar”.
Sandra Fernández, directora de la Tecnicatura en Turismo Rural de la Facultad de Agronomía de la UBA, coincide en que “hoy se busca lo que llamamos ‘economía de la experiencia’: experimentar, compartir, tener un tiempo para conversar con la familia”.
Quienes estudian el tema aseguran que en los últimos años se ha registrado un incremento del interés por la ruralidad.
“Mi sensación es que hay un crecimiento que está apalancado por la demanda: los cambios en el comportamiento del turismo llevan a que la gente que está en el pueblo vea que lo que hace o lo que tiene puede despertar un interés en un turista y se lance a formar un negocio”, dice Villani.
Pero no basta con ofrecer un producto. En este punto, los operadores señalan que son sumamente necesarios la formación, el compromiso de la población y el acompañamiento estatal.
Villani sostiene que “para tener una continuidad hay que ir a la profesionalización, hacer un plan de negocios y hacer los números”.
Y agrega que “es importante que la gente se capacite y tenga algún tipo de acompañamiento del Estado en su nivel más local, porque vemos muchos proyectos que arrancan pero que también desaparecen”.
Sandra Fernández ejemplifica que “si el productor tiene un recurso que puede ser explotado turísticamente pero los caminos no son accesibles, todo el esfuerzo que haga no se verá reflejado en beneficios”.
“Para que tengan éxito estos proyectos locales, hace falta un compromiso en varios niveles”, remarca Fernández.
Villani concluye que “para que funcione, lo más importante es la gente: podés tener la mejor historia, el mejor museo, contar que acá –por ejemplo- nació San Martín, pero si la población no tiene actitud de servicio y no le gusta relacionarse con los que vienen de afuera, realmente se hace muy difícil desarrollar un proyecto de turismo rural”.
Desde 2009 la Facultad de Agronomía de la UBA ofrece una Tecnicatura orientada a formar profesionales capaces de formular y ejecutar proyectos públicos y privados de turismo rural.
Sandra Fernández, directora de la carrera, asegura que con la Tecnicatura también buscan concientizar a los habitantes del pueblo sobre la importancia de sus producciones.
“A veces un productor tiene un recurso para explotar pero no tiene conciencia del valor que eso tiene para un ciudadano urbano medio, que es el que generalmente realiza la experiencia”, señala Fernández.
Y agrega que “entonces, la función de los técnicos es ayudar a que las personas que tienen esos saberes o esas costumbres culturales sepan que eso puede ser un atractivo para otros y convertirse en un producto turístico”.
Finalmente, aclara que “apuntamos a un desarrollo integral, que no sea el armado para el turista, como el ‘tango forexport’, sino que tratamos de que quien realiza la visita pueda experimentar costumbres y rutinas arraigadas en lo rural. No es necesario disfrazarse de gaucho para hacer un asado”.
El Programa Pueblos Turísticos de la Subsecretaría de Turismo bonaerense promueve el desarrollo de localidades y parajes de menos de 2 mil habitantes, que en la Provincia son cerca de 600.
“Con el Programa -que en mayo cumple 10 años- venimos trabajando en la detección de todas las poblaciones rurales que tienen la posibilidad de ser turísticas y en su desarrollo para su posterior promoción”, cuenta Ignacio Salmeri, ex director provincial de Productos Turísticos.
“Son todas comunidades rurales en las que sus habitantes se organizan para ofrecer servicios turísticos, ya sea gastronómicos, de alojamiento, artesanías o actividades específicamente relacionadas con el campo”, dice Salmeri.
Y señala que “por otro lado, hay lugares que no necesitan del apoyo estatal en cuanto a su desarrollo y promoción porque ya están muy consolidados, como San Antonio de Areco, donde los habitantes tienen muy en claro qué producto trabajan: la tradición”.
Diario La Capital