Según estimaciones, Argentina con su industria aceitera percibe casi U$S5.000 millones más que si no la tuviera. Desde la Bolsa de Comercio de Rosario fue analizado este hipotético caso. Datos para tener muy en cuenta. “Hemos querido realizar un ejercicio de simulación imaginativo”, comienza diciendo un informe reciente de Julio Calzada y Federico Di Yenno, integrantes del departamento de Informaciones y Estudios Económicos de la Bolsa de Comercio de Rosario.
“La pregunta que nos hicimos –siguen diciendo- es la siguiente: ¿Qué pasaría si Argentina exportara solamente poroto de soja y no tuviera su industria aceitera modelo a nivel mundial?”
“La existencia de una industria competitiva que agrega valor a la producción primaria local es de sustancial importancia para nuestro país. A nuestro criterio, esto sucedería si no tuviéramos el complejo industrial oleaginoso:
Argentina sufriría de manera importante una baja en sus precios de exportación del poroto por los menores niveles de proteína que tiene nuestro país respecto de otros competidores.
Si no existiera la industria oleaginosa argentina, los productores agropecuarios sufrirían importantes descuentos en el precio FAS que obtienen por la venta de su soja en el caso de entregar granos de mala calidad, especialmente ante eventos climáticos extremos.
Habría muchísimos problemas para colocar el poroto de soja en el exterior debido a la falta de países que nos quieran comprar la mercadería.
Al no haber industria oleaginosa, se perdería la actual estabilidad en el ingreso de divisas a lo largo del año, aspecto que afectaría al mercado cambiario argentino y al valor del dólar. Esto impactaría negativamente sobre toda la economía. Por otra parte, habría mayores costos logísticos y de transporte.
Se perdería el impacto positivo de derrame sobre otras actividades, como el transporte, servicios, energía, construcción, metalmecánica, etcétera.
Argentina estaría más expuesta a los vaivenes del mercado internacional, ya que los productos con mayor valor agregado tienen normalmente una menor volatilidad de precios.
Sin Industria aceitera, Argentina perdería el potencial para lograr un rápido y óptimo desarrollo productivo en otros eslabones de la cadena: avícola, porcina, láctea, etc.
Se perdería el efecto multiplicador sobre la economía y la demanda generada por la propia inversión que realizan las fábricas, el transporte y en el sector servicios.
Habría menos empleo directo e indirecto en la economía regional y nacional.
Según nuestras estimaciones, Argentina con su industria aceitera percibe casi 5.000 millones de dólares más que si no la tuviera. Todo esto midiendo la producción a los precios FOB de exportación. Al tener industria, hay 98 U$S adicionales por tonelada de soja que si no tuviéramos las fábricas. Surge de dividir los 5.000 millones de U$S por los 50 millones de toneladas de soja. Estos 98 U$S/tn se reparten entre mejores precios que recibe el productor por su soja, el costo de industrialización, gastos de Fobbing, gastos comerciales, utilidades de las fábricas y mayores impuestos. Un beneficio para toda la economía argentina.
ABC Rural