A la hora de pensar en la siembra de verdeos, la elección de la especie y el cultivar es una decisión de alto impacto en los sistemas productivos. La avena, el cereal forrajero de invierno más importante del país, sigue siendo el más elegido por los productores por su longitud de ciclo y respuesta ambiental. Profesionales del INTA Paraná –Entre Ríos– ofrecen algunas recomendaciones sobre la elección del ciclo en función de la fecha de siembra.
La avena es un verdeo que, si bien su utilización principal y tradicional es la de pastoreo directo, también puede ser destinado a silaje, grano y heno. La superficie sembrada a nivel nacional varía, según el año, entre 1 y 1,5 millones de hectáreas. Esto se da por su potencial de producción, la versatilidad de usos y su alta adaptabilidad al ambiente específico. Además, es uno de los verdeos invernales con mejor comportamiento ante situaciones de estrés hídrico.
“En la provincia de Entre Ríos, la superficie sembrada varía entre las 80 y 100 mil hectáreas”, relató Walter Kuttel, especialista del INTA Paraná abocado al trabajo con este cultivo. “Es una especie muy plástica en su utilización dado que produce pasto desde mayo hasta noviembre. Aun cuando esta especie se encuentra panojada y granada, es posible pastorearla ya que su calidad se mantiene”.
Una de las estrategias implementadas por los productores de la zona es anticiparse a la siembra de avena. Por su longitud de ciclo y respuesta ambiental puede sembrarse en fechas tempranas, esto es, por ejemplo, en marzo para Entre Ríos, sin riesgo de que se induzca rápidamente y finalice su ciclo de manera anticipada. Esto se da porque los cultivares modernos tienen una curva de producción de pasto más equilibrada en el tiempo, lo cual les permite cubrir con mayor eficiencia el “bache” invernal de forraje de los sistemas pastoriles.
La siembra del cultivo puede adelantarse al mes de febrero en busca de una producción temprana de forraje. En estas situaciones se deben seleccionar cultivares de ciclo largo si se pretende que el cultivo se mantenga productivo hasta la primavera. En estas situaciones es factible lograr cultivos con doble propósito, haciendo el aprovechamiento forrajero durante el otoño y dejando luego que el cultivo se desarrolle para hacer un ensilado en primavera o cosecha de granos.
“Una alternativa u opción para complementar al cultivo de avena es el de las cebadas pastoriles, que, aunque en general tienen un periodo de aprovechamiento menor que el de las avenas, presentan algunas ventajas como resistencia a pulgón y mejor comportamiento sanitario. Pensando en diversificar, existen otras opciones interesantes pero muy poco exploradas en nuestra provincia como el triticale y el centeno, cultivos muy tolerantes a situaciones de frio y estrés hídrico”, enfatizó el profesional del INTA Paraná.
“En la provincia de Entre Ríos –explicó Kuttel– se dan condiciones ambientales –temperatura y humedad– durante el ciclo del cultivo, que hacen muy importante la correcta elección del ciclo en función de la fecha de siembra, para evitar inducción a floración muy temprana y la consecuente pérdida de potencial de producción; y el comportamiento a enfermedades ‘su talón de Aquiles’ especialmente roya de la hoja (Puccinia coronata)”.
En el INTA hay a disposición cultivares con características destacables en cuanto a su potencial de producción o versatilidad de usos. En el último año, el Programa de Mejoramiento liberó dos cultivares nuevos con resistencia a la roya de la hoja: Sofía INTA y Elena INTA.
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