Los requerimientos en el cuidado del medioambiente son cada vez más importantes, tanto para la sustentabilidad del sistema productivo como las crecientes exigencias para el comercio de los productos agropecuarios. No es menor tampoco el pedido de la sociedad que solicita que los alimentos, vestimentas y todo producto elaborado desde la producción del campo tengan la precaución de originarse con las garantías suficientes en ese sentido.
En este contexto los cultivos de cobertura cumplen un rol fundamental para cumplir esas exigencias. Aunque hace décadas que se vienen estudiando y practicando tanto en el INTA como en la esfera privada, últimamente se las señalan cada vez más.
Según la definición más conocida de los cultivos de cobertura: son aquellos que “se siembran con el objetivo de mejorar la fertilidad del suelo y calidad del agua, controlar malezas y plagas, e incrementar la biodiversidad en sistemas de producción agroecológicos”. Otras lo mencionan como “cultivos de servicios medioambientales”, aunque este es uno de los tantos objetivos de estos cultivos.
Cuando hablamos hace unos meses de la Vicia villosa, la mencionamos como uno de los principales cultivos que se utilizan con ese fin. La idea del sistema es mantener el suelo con cultivos verdes todo el año; ocupando la gruesa la superficie más importante, la consecuencia es que los cultivos de cobertura deben ocupar el espacio en invierno, siendo vicia centeno y avena las principales especies que utilizamos para ese fin.
Como desventaja se menciona al cultivo de cobertura como hospedante de ciertas plagas y enfermedades que pueden pasar al cultivo siguiente; situación que merece estudiarse en detalle.
Otra desventaja sería el mayor consumo de agua del suelo respecto a un barbecho limpio de malezas. Aunque esta desventaja hoy sigue siendo discutible porque aún en inviernos secos un cultivo de cobertura sembrado temprano, práctica que disminuye la evaporación y el escurrimiento del agua, según algunos autores deja más humedad para una siembra de un maíz tardío respecto a un barbecho tradicional.
En suelos arenosos y con fuertes vientos, situación frecuente a fines del invierno, en un barbecho tradicional, el viento puede llevarse los rastrojos de su lugar de origen, mientras que el cultivo de cobertura crea un entramado que favorece su retención y con ello el agua de lluvia.
Como vemos son muchas las ventajas comprobables del sistema y pocas las posibles desventajas. Entre estas podemos citar el mayor nivel de atención en el manejo del sistema por el productor: detalles técnicos, ensayos, capacitación, intercambio de experiencias; llevar todo esto a escala de pequeños espacios dentro de cada lote lleva tiempo, dedicación; es trabajo de pioneros como ocurrió con la siembra directa, pero los resultados más que prometedores están a la vista.
El Agrario