Empecinado en convertir granos en carne, Antonio Riccillo también tiene intereses en granjas porcinas y en diferentes emprendimientos avícolas en el vecino partido de General Alvear. Pero le faltaba algo más.
En esta segunda localidad, el grupo ganadero puso en marcha desde diciembre pasado -y luego de invertir cerca de 5 millones de dólares- un enorme biodigestor con capacidad de generar 1 Megavatio/hora, que es la electricidad que consume la pequeña ciudad cabecera del partido cuando no enciende los equipos de aire acondicionado. La novedad es que esa energía se produce a partir de los purines del criadero de cerdos y la cama de pollo de las granjas avícolas (aunque por ahora, en etapa experimental, también se usa silo de sorgo).
De esta manera, Riccillo le encontró la vuelta a su negocio ganadero a través de los biodigestores, dando un paso importante hacia una economía circular y más sustentable, porque permite crear energía y biofertilizante a partir de los desechos orgánicos y los efluentes pecuarios.
“Yo no soy ambientalista, pero me encanta cuidar el ambiente. Los que producimos de modo intensivo tenemos una responsabilidad y vemos que con inversión mediante esto se subsana muy bien”, explicó Antonio
La nueva empresa se llama Bioeléctrica General Alvear y está ubicada al lado de las granjas porcinas (de hecho, el purín llega por cañerías) y muy cerca de las avícolas. Comenzó a operar en diciembre de 2020, tras recibir la autorización para generar energía y subirla a la red. El motor que toma el biogás que surge del biodigestor y lo convierte en electricidad pertenece a la empresa Aggreko.
El grupo presentó un proyecto dentro del programa RenovAr 2.0, mediante el cual acordaron la generación ese Megavatio de potencia. “Para que tengan una idea, la zona urbana de General Alvear consume 1,4 megavatios y nosotros acá generamos 1 Megavatio. Por ende, si apagáramos los aires acondicionados podríamos darle electricidad a las diez mil personas del lugar”, dimensionó el titular del grupo Riccillo. Y todo a partir de los desechos de los animales criados en la misma zona.
Además de la generación de electricidad, los biodigestores les permiten entrar en otro negocio importante, el cual todavía está en etapa de definiciones pero promete incluso mucho más que el biogás: el del biofertilizante o “biol”. Es una suerte de abono que se obtiene del paso de los desechos animales por el biodigestor que conserva mucho de los fertilizantes orgánicos.
Riccillo, que ya piensa en pelletear ese compuesto, considera que el principal negocio del biodigestor estará en el biol. “Es muy buscado en el mundo. Hay lugares en Europa y zonas de viñedos sofisticadas que exigen el uso de estos biofertilizantes para que los productos puedan ser certificados. Argentina está en el inicio de esto: varios ya empezamos a generar este residuo y se va a crear un mercado para abastecer a cultivos orgánicos con este bioinsumo”, argumentó.
Este tipo de transformaciones no necesariamente se limita a los efluentes pecuarios sino que el biodigestor también pueden alimentarse con residuos del olivo, de los frutales del valle de Río Negro y hasta con derivados de la madera. “Todo tiene un desecho orgánico que puede ser utilizado para hacer biogás”, afirmó el empresario.
Riccillo ahora está haciendo intensas gestiones con la provincia de Buenos Aires y el gobierno nacional para conseguir el financiamiento necesario para un segundo proyecto de mayor envergadura y potencia. La nueva planta generaría el doble de la electricidad de la que ya montaron y se ubicaría a 30 kilómetros de distancia. Se alimentaria con los efluentes (la bosta y la orina) generados por el feedlot Transcom, que tiene capacidad para engordar 60 mil cabezas anuales, ya sean propias o como hotelería para terceros.
Se trata de proyectos muy costosos que requieren de claridad económica y jurídica. “Tienen una inversión muy importante, requieren de financiamiento y tienen una amortización a mediano y largo plazo. Se requiere de asistencia fundamental del Estado y por eso hay muy pocas plantas”, manifestó Riccillo. Por ahora son sólo 11 los biodigestores grandes que funcionan en el país generando bioenergía.
“Nos costó mucho desarrollar esta planta y lo hicimos en plena pandemia, lo que es doblemente meritorio. Tuvimos la habilitación comercial en septiembre y la inauguramos formalmente el 29 de diciembre de 2020”, se enorgulleció Riccillo.
“La Argentina tiene la posibilidad de generar muchos proyectos que tienen que ver con el trabajo, pero lamentablemente ese no es un tema que esté en discusión en la política diaria debido a que en la Argentina se habla poco de trabajo; se habla más bien de planes, cuando la manera de desarrollar el país es mediante la cultura de trabajo”, se lamentó el empresario que no oculta en ningún momento su pertenencia al peronismo.
-¿Es posible generar trabajo en ciudades pequeñas como General Alvear?
-Hay puestos que no podemos cubrir fácilmente porque no hay personas buscando trabajo en el interior. La gente tiene un plan y no quiere soltarlo porque si toma un trabajo en blanco lo pierde; por eso hay que trabajar tanto con los oficios y con los recursos humanos- respondió.
Ni empresario agropecuario ni empresario de la energía; Antonio Riccillo prefirió definirse como “un trabajador del agro tratando de lograr una economía circular con agregado de valor, con fuentes de trabajo y viendo gente con posibilidades”.
Bichos de Campo