Olivicultura argentina en la cuerda floja

De acuerdo a datos de la Federación Olivícola Argentina (FOA), en el país existen 90 mil hectáreas plantadas con olivos donde el rinde promedio asciende a 240-280 mil kilos anuales, cuando en realidad debería ser el triple. En este sentido, se estima que debido a la baja rentabilidad, los precios internacionales que no acompañan y las pocas inversiones en el rubro, la producción nacional se encuentra a media máquina. El récord histórico se registró en 2017, al alcanzar los 390 mil kilos; es decir alrededor de la mitad del potencial acreditado. 

Según Patricia Calderón, presidenta de la FOA, la Argentina cuenta con muchas plantas que no producen lo suficiente, mientras que el uso de la capacidad instalada apenas roza el 50%. Los bajos rindes se deben a una combinación de ciertos factores: cuando el precio es malo, se recorta la producción. Así, se generan menos riesgos e inversiones y se forma un círculo vicioso. Aunque en el último tiempo subió el valor del aceite, nadie destinó recursos al sector a largo plazo para cambiar el panorama.

Vale remarcar que hacia fines de 2020, el Gobierno eliminó por decreto las retenciones a las exportaciones de diversos productos agroindustriales de bajo impacto en los precios internos de los alimentos, como la producción olivícola. La medida apuntaba a aumentar la industria y las exportaciones, estimulando el desarrollo de productores y cadenas de valor asociadas a fin de recuperar los índices históricos. Si bien el rubro exporta casi el 80% de lo que genera, la contribución es insuficiente.

La superficie más amplia de olivares del país se ubica en áreas desérticas, a excepción de Mendoza. Esto se traduce en altos costos de energía, ya que se utilizan sistemas de riego por goteo que requieren bombas que funcionan por vía eléctrica. En palabras del productor riojano Francisco Hilal, en el mejor de los escenarios el Congreso debería sancionar una ley que impulse el crecimiento de producciones electointesivas. La meta sería obtener un apoyo que fomente la adopción de nuevas fuentes renovables.

El diputado por La Rioja, Danilo Flores, presentó un proyecto cuyo objetivo es confeccionar un Registro Nacional de Regantes Agrícolas Electro-intensivos, en miras a identificar a los productores que no cuenten con agua de riego en su superficie de trabajo.

El extitular de la FOA, Julián Clucellas, plantea que el precio internacional base del aceite de oliva tendría que ser superior a los US$3.000 por tonelada para que la producción sea rentable. Actualmente, los gastos en electricidad y fertilizantes suman cerca de US$500 por hectárea. Si el fin es sostener el cultivo, los rindes deberían ubicarse por encima de los 9 mil kilos anuales por hectárea.

El sector nacional depende en gran medida de las exportaciones de aceitunas a Brasil y de aceites a España y Estados Unidos. Sin embargo, en el último tiempo surgió un nuevo actor cuyos precios son por demás competitivos, Egipto. Hilal asegura que desde 2016 se perdió alrededor del 25% de la cuota del mercado en manos a este país, lo que empeora aún más el panorama, ya que este año comenzará a regir el nuevo arancel cero para los ingresos al Mercosur desde Brasil.

Asimismo, los productores denuncian que las aceitunas procesadas listas para consumo se venden sin valor agregado pagando menos de lo que correspondería y con preferencias en el tratamiento impositivo interno. Cabe destacar que Egipto elabora las mismas variedades que Argentina, aunque al doble de volumen. Por su parte, España triangula a través del país transcontinental que se ubica entre África y Asia.

El presidente de la Asociación Olivícola de Catamarca (Asolcat), Francisco Corredoira, cree que como consecuencia de la caída de los precios internacionales, ciertos productores dejaron de preocuparse por la actividad, abandonando tareas necesarias para que las plantas rindan. En este aspecto, señala que la cadena no es del todo homogénea, debido a que apenas cinco empresas exportan la mitad del total de la producción local. Para que todos puedan crecer, se requiere mayor industrialización, capital de trabajo y líneas de crédito. Al 30% del Impuesto al Valor Agregado (IVA), se le suman las tasas provinciales y municipales que complican aún más la historia.

Corredoira hace hincapié en que Egipto, la competencia directa en la venta de aceitunas de mesa, cuenta con mano de obra muy barata y fletes cuatro veces más económicos que los nuestros (US$1.000 a US$4.500 hacia Santos, Brasil, desde La Rioja). En una misma línea, Calderón añade que la mayoría de los productores que exportan a Europa parten de puertos chilenos, donde los costos son significativamente más bajos que los que se manejan en Buenos Aires.

Valor agregado en biomasa

El país cuenta con ciertas iniciativas cuya meta es generar biomasa a partir de los residuos de olivares. Dichos desechos se traducen en un 70% de la cosecha e incluyen restos de poda, carozos y orujos.

El programa Probiomasa de 2012 es una de ellas. Se trata de un proyecto desarrollado por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación, junto con la cartera de Desarrollo Productivo y asistencia técnica y administrativa de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

En uno de sus últimos estudios, dio a conocer que Mendoza cuenta con 19.014 hectáreas de olivares que se ubican principalmente en el norte y sur provincial y representan alrededor del 23% de la superficie argentina de cultivo. En Salta, la producción se expande por los Valles Calchaquíes, en tanto que en Córdoba se concentra en el departamento de Cruz del Eje.

El valor de los residuos de poda es de 2,5 toneladas por hectárea anuales, que permiten producir alrededor de 52.832 toneladas al año de biomasa.