l crecimiento de la población mundial y el estilo de vida son las causas principales del aumento del volumen de aguas residuales. Como consecuencia del tratamiento de estas aguas, se generan millones de toneladas de lodo que colmatan vertederos y generan contaminación, malos olores y problemas de insalubridad. Frente a ello, una de las alternativas más importantes es la transformación de ese lodo, que tiene un alto contenido de materia orgánica, en un recurso para la agricultura como abono para los cultivos.
Ahora, investigadores del departamento de Ingeniería Química de la Universidad de Córdoba (UCO), en colaboración con la Universidad de Granada, han conseguido validar una nueva tecnología que transforma el lodo de estas aguas residuales de una forma más eficiente. El sistema, probado a escala industrial, evita los malos olores que se generan durante el proceso. Además, reduce hasta en dos meses el tiempo necesario para estabilizar y sanear la materia orgánica del lodo y convertirla en fertilizante.
Se trata de una tecnología incipiente que utiliza una serie de cubiertas móviles y semipermeables en cuyo interior se lleva a cabo el proceso de compostaje. Las cubiertas permiten el paso de moléculas como el dióxido de carbono, sin embargo, impiden que las atraviesen otras causantes del mal olor como el amoniaco.
Esta tecnología, empleada por la empresa Biomasa del Guadalquivir, en la cual se ha llevado a cabo el estudio a escala industrial bajo la financiación de un proyecto Motriz, utiliza un sistema de aireación forzada en el interior de la cubierta.
Según explica la investigadora del Área de Ingeniería Química de la Facultad de Ciencias de la UCO, María Ángeles Martín, al insuflar aire se acelera la actividad de las bacterias aerobias, encargadas de descomponer la materia contaminante en otras moléculas más simples que posteriormente las plantas absorben a través de sus raíces.
De esta manera, el proceso se acelera aproximadamente dos meses con relación al procedimiento habitual de tratamiento de lodos en pilas al descubierto y un mes en comparación con otro método clásico que emplea túneles de hormigón.
Por otro lado, las cubiertas móviles permiten el seguimiento de la temperatura del proceso, la cual se eleva durante una primera etapa por encima del punto crítico de los 55 grados, temperatura necesaria para que la materia orgánica presente en el lodo se higienice.
Según subraya la investigadora, “tras haber analizado la relación entre los parámetros fisicoquímicos y microbiológicos que intervienen en el proceso, podemos determinar que se ha generado un compost de alta calidad y elaborar una herramienta que puede exportarse a otras plantas de tratamiento”
Este avance es relevante en el contexto actual, donde la normativa europea que regula el tratamiento de lodos de aguas residuales se ha endurecido a lo largo de los últimos años, "Mientras que antes se vertía prácticamente todo el lodo”, indica Martín, "las nuevas regulaciones, como la de agosto de 2018 en Andalucía, son más estrictas y obligan a higienizar y estabilizar el residuo, ya que un manejo incorrecto del mismo puede generar problemas de salud por contaminación microbiana y metales pesados".
Según los datos del Registro Nacional de Lodos, tan solo en España se producen anualmente alrededor de 8 millones de toneladas de lodo húmedo, por lo que gestionar estos residuos de forma eficaz para convertirlos en un recurso se ha constituido como una prioridad para el sector.
Agencia Sinc