Nada mejor para relajarse y pasar un rato ameno en contacto con la naturaleza que acercarse a la orilla del río a contemplar el paisaje y vivir un momento único al aire libre. Para disfrutar de estos gratos escenarios, no es necesario recorrer largas distancias, ya que la mayoría de las regiones de nuestro país disponen de rincones de estas características, donde el agua y el azul del cielo se funden creando una postal inolvidable.
La costa bonaerense cuenta con varias playas y senderos abiertos al público, donde se ofrecen paseos, actividades y exquisita gastronomía. A continuación, te contamos sobre ocho de los más recomendados.
Fue el primer balneario del país, inaugurado en 1911 con rambla, cine al aire libre y un ramal de tranvía que salía desde la estación local. El boulevard costero dispone de diez cuadras ideales para compartir en familia y sacarse fotos en la centenaria pérgola de cemento que decora el área.
Desde aquí, es fácil distinguir las antiguas instalaciones del Pejerrey Club, fundado en 1938, que cuenta con quinchos, parrillas y juegos para chicos, en un predio arbolado de tres hectáreas. Uno de sus edificios de madera, donado en 1910 por el gobierno italiano, fue declarado Monumento Histórico Artístico hace algunos años. Entre los atractivos del lugar, también sobresale el muelle de 500 metros de largo, ideal para pescar.
Es una histórica zona de quintas frutihortícolas y viñedos donde antes se producía vino costeño, que fue puesta en valor por la Municipalidad de Avellaneda. Se creó una inmensa reserva natural de 140 hectáreas entre la desembocadura de los arroyos Sarandí y Santo Domingo.
El lugar cuenta con cuatro senderos que totalizan 1.200 metros de pasarelas, desde donde avanzar entre ceibos, helechos, líquenes y arces de Noruega. El camino concluye en un mirador con mesas y bancos, donde se puede contemplar de cerca el Río de la Plata.
En una atmósfera tranquila donde se promueve el estilo de vida saludable, el espacio cuenta con pasarelas de cemento y madera, ideales para practicar diferentes deportes, además de canchas de básquet, fútbol, vóley y fútbol-tenis. También dispone de mesas de ping-pong y zonas de recreación infantil. La oferta gastronómica incluye bares, restaurantes y coquetos food trucks.
El circuito recreativo está adornado de los enormes buques que transitan el río Paraná de las Palmas y el puente Zárate-Brazo Largo, que une la costa norte de la provincia de Buenos Aires con la isla Talavera. El área portuaria cuenta con juegos infantiles, restaurantes y una enorme pasarela donde caminar y realizar deportes.
Es un remanso de 1,5 kilómetros de largo, a contracara del emblemático Parque de la Costa y el Mercado de Frutos. El recorrido arranca en las cinco cuadras finales de la calle Lavalle que bordean la orilla norte del río Tigre y sigue en la curva cerrada que marca la continuidad del camino costero.
A lo largo de este tramo de diez cuadras sobre el río Luján, hay un espacio ideal para descansar, adornado con pérgolas cubiertas de flores, bancos y hermosas fuentes. Del otro lado, se ubican los restaurantes, bares y heladerías, donde degustar lo mejor de la oferta gastronómica. Allí también se localiza el Museo Naval de la Nación y del Mate.
Para contemplar el paisaje a pleno, se aconseja realizar el paseo a pie, en bicicleta o en auto a poca velocidad. Sobre el final del circuito sobresalen los jardines que rodean la sede del Concejo Deliberante local y el edificio del Tigre Club, construido en 1912, que desde 2006 funciona como el Museo de Arte de Tigre.
Ubicado a 19 kilómetros hacia el norte de la localidad, conserva el escenario donde en 1845 se desarrolló la batalla en la que las fuerzas defensivas bonaerenses impidieron el avance de la flota anglo-francesa. La barranca que se levanta a orillas del Paraná también funciona como área protegida, yacimiento arqueológico de culturas precolombinas y sitio paleontológico, ya que allí –hace varios años– se hallaron restos fósiles de mamíferos hoy extinguidos.
El sitio está repleto de ceibos, algarrobos blancos y sauces criollos, que se entremezclan con el sonido de los pájaros que día a día sobrevuelan la zona.
Ubicado en un área colmada de clubes náuticos, es un circuito recreativo que recientemente incorporó un tramo recuperado de 1.200 metros de largo del Paseo del Río. El lugar está equipado con juegos infantiles, puente peatonal y para bicicletas, senda aeróbica, miradores y un novedoso sector de avistaje de flora y fauna.
Cerca de aquí, en la zona costera de Acassuso, se localiza el Parque Nacional Ribera Norte de 50 hectáreas, donde se resguardan 300 especies vegetales y 200 variedades de aves, además de una selva marginal enmarcada de ceibos, sauces criollos, alisos de río, talas y espinillos. El sitio dispone de un sendero de 1.200 metros, que bordea una laguna y desemboca en el río, ideal para recorrer el paisaje.
El frente costero del partido de Ensenada arranca hacia el norte desde la selva marginal paranaense de la Reserva Natural Integral –que pese a la deforestación, la contaminación y la invasión de especies exóticas, se mantiene en pie– y desemboca en la localidad de Berisso. El trayecto abarca 18 kilómetros por el Camino Almirante Brown y se vincula con comedores, áreas de recreación, clubes náuticos y campings donde el visistante puede detenerse a admirar la geografía. También cuenta con un muelle de pescadores con vista a la parroquia Stella Maris y los restos del antiguo Palacio Piria.
El paseo puede combinarse con una visita a las ruinas del fuerte español Ensenada de Barragán y un recorrido por el barrio Villa del Plata, donde las construcciones racionalistas se armonizan con las calles de tierra, los bosques de eucaliptos y los jardines floreados que enmarcan el paisaje.