En el afán de producir y consumir productos sostenibles la leche de almendras se popularizó como una alternativa a los productos lácteos de origen animal. Si embargo, su producción pone en riesgo la supervivencia de miles de millones de abejas.
Existe una importante tendencia hacia el consumo de productos que no son de origen animal. Sólo en Estados Unidos, el consumo de leche de almendras ha aumentado en un 250 % en ese tiempo, lo que ha traído una derrama económica de 1,200 millones de dólares al año.
Sin embargo, aquellos productos que se creían sostenible y amigable con el medio ambiente y lo vegano esconden una cadena de explotación animal en la cual las abejas son el eslabón más afectado.
Lo que se conoce como "leche de almendras" no es exactamente leche; sino que la manera correcta de nombrar este producto es “bebida de almendras". Esto es así porque la bebida no viene de un animal productor, sino del árbol Prunus dulcis, que se cultiva en distintas regiones del mundo.
Se estima que el 80% de la la producción del Prunus dulcis se encuentra en el Valle de California. Es en estos campos que las abejas literalmente mueren de cansancio al formar una parte fundamental de la cadena de producción.
Estos pequeños e importantísimos insectos son los encargados de polinizar a los almendros, se cree que hasta un tercio de las poblaciones de abejas en Estados Unidos son criadas para uso comercial. Pese a ser una especie en peligro de extinción. Esta explotación llevó a que 50 mil millones de abejas perdieron la vida en invierno de 2020. Estas muertes se deben al uso irresponsable de pesticidas para la agricultura, que debilitan a los especímenes hasta perder la vida. A medida que la industria de estos productos avanza, la supervivencia de estos polinizadores se dificulta aún más.
El agotamiento que sufren las abejas por un lado se debe a la intoxicación producto de los pesticidas; por otro lado, a la alteración que sufre su biorritmo que afecta a su salud y bienestar general. Estas polinizadoras necesitan descansar en invierno, sin embargo los campos de producción de almendros no consideran este espacio en la agenda anual, las abejas "trabajan" todo el año sin descanso.
La comisión de Almendras de California, desde 2014, ha trabajado en diseñar un conjunto de pautas para garantizar una mejor manutención y condiciones de vida para las abejas en los campos de cultivo. Bajo el nombre de "Honey Bee Best Management Practices" (Mejores prácticas de manejo de las abejas melíferas), pretenden que “las plantaciones de almendros sean un lugar seguro y acogedor para las abejas”.
MDZ