Una tormenta le destruyó el maíz y salvó la campaña con una soja “de tercera”

En Monte Buey, un lote de 60 hectáreas fue destrozado por el granizo a fines de enero. El productor y su asesor decidieron sembrar la oleaginosa y lograron un rinde 15 quintales por hectárea

Una tormenta le destruyó el maíz y salvó la campaña con una soja “de tercera”
lunes 14 de junio de 2021

A fines de enero, la desazón reinaba en el campo de Omar Díaz, un productor de la zona de Monte Buey que había sembrado maíz tardío en diciembre.

El cereal, beneficiado hasta el momento por un excelente régimen de lluvias, estaba entrando en floración en condiciones inmejorables.

Pero el clima le jugó una mala pasada: un lote de 60 hectáreas quedó completamente destrozado por una fuerte tormenta de lluvia, viento y granizo que azotó a la zona.

El impacto fue tal que el seguro reconoció un 100 por ciento de daño: solo quedaron en pie las cañas de 30 centímetros. Y a partir de allí, la pregunta: ¿Qué hacer, dejar el lote vacío, con barbecho hasta esperar el momento del trigo, o implantar alguna cobertura?

Con el asesoramiento del ingeniero agrónomo Santiago Lorenzatti, la estrategia seguida fue novedosa: decidieron sembrar una soja “de tercera”. Y, además, exitosa: el lote se cosechó hace unos días y dejó un rinde de 15 quintales por hectárea, que sirvió para salvar los números de la campaña.

 

Apuesta

Según relató Lorenzatti, como la tormenta había dejado un nivel muy alto de humedad y un piso barroso, se decidió incrementar la densidad de siembra.

“Lo normal son unos 55 kilos por hectárea y usamos 95 kilos de un Grupo 3, a una distancia de 35 centímetros entre hileras. Por las condiciones y el momento de siembra, era probable que la eficiencia en la implantación fuera baja, y por eso se buscó densificar más, porque muchas plantas seguro no iban a nacer”, explicó.

Una de las dudas que tuvieron fue que el tratamiento preemergente de malezas antes de la siembra de maíz había sido con un herbicida que no se recomienda para soja. Sin embargo, como ya habían pasado dos meses desde la implantación del cereal y ya se habían acumulado más de 200 milímetros de lluvia, no hubo efecto de fitotoxicidad.

El otro riesgo que evaluaron fue que hubiera heladas tempranas que afectaran el rendimiento de la soja. En esto, ahora el clima jugó a favor: el otoño actual ha sido mucho más benévolo que otros años en cuanto a las temperaturas mínimas.

“De todos modos, igual si no daba un buen volumen de granos, servía como cobertura. Si dejábamos el lote limpio, se nos iba a llenar de malezas e íbamos a tener que gastar muchísimo en barbecharlo. A este cultivo solo le tuvimos que hacer un tratamiento con glifosato para controlar malezas y nada más”, agregó Lorenzatti.

Tras la cosecha de la soja, ahora ese lote ya fue sembrado con trigo. “Decidimos mantener una alta rotación por las buenas condiciones de humedad y para que el trigo aproveche el fertilizante que habíamos colocado para el maíz y que la soja no utilizó”, completó.

En este marco, consideró que esta estrategia, que fue impuesta por la fuerza de las inclemencias climáticas, podría servir como una suerte de parámetro interesante para ensayar, por ejemplo, en campos en los que se siembra maíz que se pica en enero y sobre el que podría sembrarse esta soja “de tercera”.

 

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