Por Brenda Lucente
La pandemia de coronavirus golpeó de lleno a la industria nacional de calzado e indumentaria. Debido a la devaluación, la alta carga impositiva y factores estacionales, los productos del sector evidenciaron subas por encima de la inflación, que provocaron que desde el Gobierno decidieran que el rubro quedara fuera de los planes de financiamiento Ahora 12 y Ahora 18. A pesar de la buena voluntad de los empresarios, producir prendas de vestir, carteras y zapatos en el país hoy por hoy es todo un desafío.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC), el segmento registró una inflación interanual de casi el 80% entre abril de 2020 y 2021. Desde la Cámara Industrial Argentina de la Indumentaria (CIAI), aseguran que la suba de los precios se da en el marco de un contexto similar entre otros actores de la economía, donde ningún sector le es ajeno al escenario. En este sentido, detallan que los valores se están viendo afectados por el incremento del dólar y los márgenes internacionales, además de la situación de desabastecimiento a causa de la pandemia.
De acuerdo a información de la cámara, entre febrero de 2020 y 2021, el valor de los insumos textiles creció en un 84,2%, muy por encima del precio del dólar y los índices generales mayoristas. Por otra parte, durante el mismo período, el costo de la ropa al consumidor se incrementó en un 62%. Esto da cuenta de que tanto el eslabón industrial de confección como el de comercialización minorista absorbieron parte de los aumentos de la materia prima productiva, resignando una porción importante de sus márgenes de rentabilidad.
En un estudio de mercado, el investigador Gustavo Ludmer señaló que el proceso de producción nacional de calzado e indumentaria se sirve de una amplia cadena de valor que contempla los siguientes actores:
- Productores de fibras naturales (algodón y lana ovina) y sintéticas (poliéster).
- Fábricas hilanderas que suministran el hilo a empresas de tejedurías.
- Empresas diseñadoras de moda, que tercerizan la confección de prendas a fábricas locales y extranjeras.
- Locales que comercializan los productos finales entre los consumidores.
En total, el sector emplea a más de un millón de personas y está compuesto por 30.000 empresas.
Todos enfatizan que entre los problemas que más perjudican al desarrollo del rubro se destacan la alta carga impositiva y los márgenes actuales de informalidad. De acuerdo a un informe de la Fundación Pro Tejer, el 50% del precio final de una prenda de vestir corresponde a impuestos. El mismo estudio exhibió que lo que se conoce como “industria textil”, apenas explica el 8,5% del valor de la vestimenta.
En lo que respecta a la informalidad, el trabajo demuestra que casi el 65% de la producción argentina se compone -al menos- de un eslabón clandestino, mientras que el 35% de las prendas son confeccionadas por asalariados registrados en fábricas habilitadas que destinan sus elaboraciones a los segmentos de más alto poder adquisitivo, cuyos precios de venta son superiores a los de otros canales de comercialización.
La caída de las importaciones de materia prima (62%) también produjo serias consecuencias. Si bien la mayor parte de lo que se abona en el país corresponde a impuestos, permitir el desembarco incontrolado de materiales y productos finales asiáticos baratos impediría la competencia de igual a igual con la industria nacional, generando la quiebra de varias empresas y la pérdida de miles de puestos de trabajo. En este punto, es importante que se fijen reglas de juego claras.
Previo al anuncio de la salida del rubro de los planes Ahora 12 y Ahora 18, las perspectivas de los empresarios para 2021 eran por demás alentadoras, teniendo en cuenta los buenos niveles de ventas registrados en los últimos meses del año pasado. Otro estudio de la Fundación Pro Tejer, dio a conocer que una vez que se flexibilizaron las restricciones a la movilidad en mayo, la actividad comenzó a evidenciar un leve repunte, mientras que en julio se recuperó completamente.
El mismo organismo desarrolló un análisis a fines de mayo de este año, donde subrayó que el 80% de las empresas nacionales relacionadas a la cadena de valor agroindustrial textil creía que sus ventas totales aumentarían en 2021, con grandes posibilidades de exportar. Sin embargo, el informe también remarcó que el 40,3% de las compañías habían empeorado su desempeño en comparación a 2019 por la caída del mercado interno (30%), el contexto económico (18,8%) y el aumento del costo de materias primas e insumos (11,3%).
Muchas de las empresas afrontaron la pandemia solicitando el Programa de Asistencia de Emergencia al Trabajo y la Producción (ATP), mientras que el 17,5% escogió reducir las horas de trabajo. Pese a las dificultades, el 72,4% de las firmas logró mantener su dotación de personal, en tanto que el 87% utilizó su capacidad instalada a un porcentaje superior al 60%.
En base a las expectativas, el 59% de las compañías preveía invertir a fin de elevar sus niveles de productividad, al tiempo que el 91% afirmó que mantendría o ampliaría su dotación de personal. Por otra parte, el 50% de las ochenta empresas encuestadas anticipó que aumentaría las horas trabajadas.
Más allá del alza de los precios, el Gobierno no intervino demasiado en el mercado. En determinado momento, la secretaria de Comercio Interior de la Nación, Paula Español, se quejó de los aumentos ante determinadas cámaras empresariales. En ese entonces, la funcionaria alegó que el descontento por los costos impositivos no podía reflejarse en la suba de los precios de las tiendas outlet, donde suelen venderse prendas de temporadas anteriores, que se produjeron previo a la pandemia.
Lo cierto es que el sector atraviesa una de las peores crisis de su historia. En cierto punto, el repunte de fines de 2020 se debió gracias a las herramientas de cuotificación. Al quedar fuera de las mismas, el escenario parece incierto. Desde la Secretaría de Comercio manifestaron que se decidió excluir al rubro de calzados y textiles de los planes porque sus precios habían subido fuertemente en el último año, incluso por encima de la inflación.
Aunque los planes de 3 y 6 cuotas funcionan muy bien, desde las cámaras empresariales el desagrado se hizo notar. En este sentido, los representantes esperaban concretar una reunión para apuntalar el desarrollo de la industria y reducir la presión impositiva.
Con dicho fin, la CIAI y la Federación Argentina de la Industria de la Indumentaria y Afines (FAIIA), habían realizado un informe que planeaban presentarle a las autoridades, donde explicaban el porqué de los precios actuales. Allí reconocían que la menor oferta de productos por la pandemia, sumado a la devaluación y su incidencia en las prendas e insumos regulados, además de la suba del valor de las materias primas, eran las responsables de los aumentos.
A su vez, indicaron que el cese de los planes Ahora 12 y Ahora 18 sobre el rubro terminaría perjudicando a más a los pequeños actores de la cadena, léase talleres de costura y confección, que a los verdaderos responsables de determinar los precios. En este punto, el presidente de la CIAI, Claudio Drescher, argumentó que la cuotificación representa un “instrumento imprescindible para la recuperación del sector”. “Su interrupción impacta negativamente en la generación de empleos y los niveles de ventas, y afecta a los consumidores cuando arrancan las compras invernales, acotando su capacidad de financiamiento”, alegó.
En sintonía, Luciano Galfione de Pro Tejer, apuntó que el alza de los valores de las materias primas en dólares disparó el precio de los productos finales. “Para que la gente pueda consumir hay que ofrecer financiación accesible, ya que el poder adquisitivo está muy deteriorado. La cadena de valor en su totalidad está trabajando muy fuerte, pero no llega al público. En el último tiempo perdimos muchos jugadores, sumado a la administración de comercio, que hizo que se reemplace la importación por la producción local”, agregó.
Como voz autorizada de la Cámara Industrial de Manufacturas de Cuero y Afines (CIMA), Martín Occhione (secretario), sostuvo que la decisión complica al sector, ya que al tratarse de productos de mano de obra intensiva costosos, la financiación es clave y constituye un motor esencial de consumo, sobre todo en un contexto como el actual, donde parece que la incertidumbre, lamentablemente, llegó para quedarse.
Los precios de los productos de marroquinería, se incrementaron casi el doble en poco menos de un año. Puntualmente, los de cuero subieron entre un 70-80%. En el caso del calzado, el presidente de la Cámara de la Industria, Fernando De Vito, reforzó que la pérdida del financiamiento deja al sector en una amplia desventaja competitiva, debido a que frente a este panorama, es probable que los consumidores opten por comprar productos que sí pueden abonar en 12 o 18 cuotas.
Cabe destacar que entre enero y febrero, Ahora 12 había alcanzado transacciones por más de $107.730 millones en 9,7 millones de operaciones. Su crecimiento interanual fue del 26%. Los rubros que más facturaron fueron: blanquería (24%), indumentaria (23%) y materiales de construcción (12%).
Ver al sector en cual se basa esta nota en segundo lugar, hace pensar que la decisión del Gobierno de frenar la cuotificación fue errada. En unos meses, habrá que evaluar como respondieron los consumidores y cuál es la realidad de las empresas, que deberán seguir enfrentando el riesgoso camino de producir prendas y calzados de primera calidad en la Argentina, a pesar de las trabas e impuestos constantes.