¿Por qué romper los huevos puede ser un verdadero negocio? El huevo es la economía regional que mayor valor agregado logra por tonelada exportada. Multiplica por siete cada dólar invertido en maíz para alimentar las gallinas que ponen los huevos que, luego, se rompen y deshidratan para poder enviarlos en polvo a otras latitudes.
En 2022, el segmento de ovoproductos, según datos del Consejo Agroindustrial, protagonizó uno de los saltos más grandes al crecer 52% motorizado no solo por el volumen sino sobre todo por los precios internacionales.
Asimismo, en el mercado interno, la industria también tiene un alto grado de adopción y con 314 unidades consumidas por persona cada año, el país ya es el cuarto consumidor de huevos del mundo, solo superado por México, Japón y Colombia.
Alrededor de 1000 granjas con gallinas de postura produjeron 15.291.600.000 unidades el último año. De ese total, 14.603.500.000 fueron destinados al consumo interno. Esto significa que del total de unidades que se producen, sólo un 3,2% se vuelca al mercado externo, equivalentes a unas 6538 toneladas de huevo en polvo.
Contemplando el tipo de cambio oficial promedio para todo 2022, según la Cámara Argentina de Productores Avícola (CAPIA), el sector avícola del huevo generó ingresos por US$ 1300 millones, pero la industria (aquellas compañías que se ocupan de romperlos) se quedó con un 20% de esa torta de dinero usando solo el 11% de las unidades.
Si bien la industria consume oficialmente unas 1180 millones de unidades, es decir, solo 7,3% de la producción local, muchas granjas también lo industrializan puertas adentro elevando ese porcentaje a 11 puntos. A su vez, un 70% de ese huevo líquido (o en polvo) queda en el mercado interno para, entre otras cosas, producir el aderezo por excelencia: la tan popular mayonesa.
Mientras tanto, ahí afuera hay un mercado prometedor: el comercio mundial de huevo industrializado toca niveles récord con un volumen que, según diversas fuentes del mercado, ronda las 650.000 toneladas cada año y su precio, hoy, llega a superar de forma holgada los US$ 10.000 la tonelada del producto deshidratado.
En los hechos, las 51,6 millones de gallinas en postura consumen 1,5 millones de toneladas de maíz y 500 mil de derivados de soja al año, es decir, multiplican y transforman granos en proteína animal y generan empleo genuino para 18.000 personas en forma directa y 12.000 indirectas.
Hasta 2003 el nivel de industrialización se mantuvo estable con un volumen promedio cascado de 311 millones de huevos, es decir, 6% de la producción. A partir de 2004, el sector invirtió fuerte en tecnológica y multiplicó 3 veces el volumen esa década y siguió creciendo.
En cuanto a la comercialización de ovoproductos, los países más activos están en la Unión Europea y se suman Estados Unidos, seguido por Japón, Holanda y Alemania. Cabe destacar que Alemania y los Países Bajos se encuentran entre los diez principales países que simultáneamente exportan huevos en cáscara e importan huevos secos. Así, varios de los principales exportadores son también importadores de ovoproductos en sus diversas presentaciones, como queda reflejado en un informe de INTA Pergamino. Sin embargo, si hay que coronar a un rey en el negocio global de ovoproductos hay un jugador que hace la diferencia: Holanda, que llega a dominar un 30% del comercio. En ese mercado, Argentina apenas aporta un punto de la demanda total.
Asimismo, los primeros tres jugadores locales, todos de una escala similar, explican cerca del 90% del mercado de ovoproductos de exportación sobre un total de al menos 14 empresas procesadoras que operan en el país, siempre según los últimos datos oficiales.
Tecnovo
De las familias Motta, Bessone, Eberle y otros
882.584 cajones de 30 docenas
Crespo, Entre Ríos
Ovoprot International
De las familias Perea Amadeo y Maximilian Hoermanseder
900.000 cajones de 30 docenas
Pilar, Buenos Aires
Ovobrand
De las familias Cisilotto, Farina y Di Benedetto
907.822 cajones de 30 docenas
Brandsen, Buenos Aires
Agrofy