Médica de profesión, hija de Julio Viola -impulsor de la región vitivinícola de San Patricio del Chañar, en Neuquén y fundador de Bodega del fin del mundo-, Ana Viola dejó su profesión para dedicarse a los negocios familiares. Hoy es CEO de la Bodega Malma, el emprendimiento con el que la familia pionera en la zona se propuso volver a sus raíces.
La familia Viola fueron pioneros en la región cuando en 1999 plantaron los primeros viñedos y generaron el sistema de riego con agua del río Neuquén que da vida a la región. Fundaron la Bodega Fin del Mundo a la que le siguieron las otras bodegas de la zona que componen hoy el polo de San patricio del Chañar.
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Belén Fernández
Julio Viola, el referente de la familia, fundó la Cámara de bodegas exportadoras de la Patagonia junto a las bodegas de Río Negro, trajo asesores internacionales y trabaja incansablemente por el desarrollo y reconocimiento de la Patagonia como territorio productor de vinos de alta calidad enológica. En 1999 comenzó la plantación de vides especialmente seleccionadas.
En el año 2002 asomaron los primeros establecimientos para elaboración que actualmente suman 7 bodegas en funcionamiento. Los primeros vinos elaborados en San Patricio del Chañar fueron producto de la cosecha 2002.
La bodega creció y en 2009 Viola padre se asoció con Corporación América, de Eduardo Eurnekian. La sociedad duró hasta 2019, cuando dividieron sus activos. Eurnekian se quedó con Bodega del fin del mundo, y los Viola pusieron el foco en Bodega Malma.
Ana Viola, hija de Julio, es médica pero decidió inclinarse por el mundo de los negocios. Con una maestría en gestión de empresas agroalimentarias, se unió a la empresa familiar en 2003 para vestir, comercializar y comunicar los primeros vinos de San Patricio del Chañar, Neuquén.
"Cuando nos dividimos de nuestros socios tuvimos que arrancar de cero. La bodega Malma estaba muy poco desarrollada comercialmente. Tuvimos que buscar importadores y distribuidores. Los primeros años vendíamos 20.000 cajas por año", contó Viola. Actualmente ese número es de 1 millón al año, pero el foco sigue estando en la región de la Patagonia.
"Ya conocíamos los clientes, empezamos a diagramar una estrategia, hacer foco en la Patagonia y en el comercio exterior", dijo Viola que fue directora de marketing de la bodega más grande de Patagonia desde 2004 hasta 2019.
Desde el 2019 Ana es CEO de la empresa y junto a su familia conduce la bodega Malma con sus 130 hectáreas de viñedos propios y Hans Vin Dieser como asesor.
Bodega Malma tiene una capacidad de 1,8 millón de litros anuales. Actualmente exportan el 55% de su producción siendo los principales mercados, E.E.U.U., Reino Unido y Brasil. La bodega cuenta con un restaurante y tiene en curso un proyecto hotelero e inmobiliario.
Con una facturación de $ 370 millones en 2022, el objetivo este año no es aumentar la producción sino enfocarse en los canales de venta directa a través de nuevos negocios que apuntan al turismo.
La Bodega y Malma Resto Bar se encuentran sólo a 1000 metros. Todo enmarcado por las 127 hectáreas de viñedos de merlot, Cabernet Sauvignon, Malbec, Pinot Noir, Sauvignon blanc y Chardonnay plantadas en su mayoría en el 2001, regadas por las aguas de deshielo del Río Neuquén.
"Las decisiones se pueden tomar rápido porque es una empresa chica. Con el turismo creciendo, vemos una oportunidad a través de la venta directa. El restaurante nos va muy bien y vamos a seguir creciendo", dijo Viola. "Buscamos seguir siendo una bodega exclusiva", dijo.
El Cronista