La ganadería se encuentra en plena expansión a partir de la recomposición climática y la mejora en las variables económicas.
En este contexto, la planificación de las pasturas es una asignatura que los productores deben tener en cuenta para mejorar la performance de su rodeo.
Con esta idea como guía, el INTA brindó una serie de consejos para planificar la producción de alfalfa. Este cultivo presenta cinco etapas bien definidas, que son planificación, siembra, implantación, primer corte y rebrotes.
Según el trabajo, el puntapié inicial de una buena planificación es poder lograr la operación de siembra en fecha óptima y bajo condiciones adecuadas. La idea es alcanzar las plantas objetivas de 250 a 350 plantas/m2, momento en que se define el 70% de las producciones futuras.
“En función a la cadena de rotación propia de cada establecimiento, se debe disponer de una buena cama de siembra”, señalaron. En este punto, es importante definir con precisión el cultivo antecesor adecuado.
Algunos de los puntos que se debe tener en cuenta para el elegir el antecesor más apto es la fecha de liberación del lote, el volumen y distribución de los residuos de cosecha que presenta, control de malezas previos y condiciones de humedad al momento de la siembra.
De acuerdo a experiencias previas, los técnicos del INTA señalaron que los mejores son aquellos que aporten un menor volumen de rastrojos al momento de la siembra del cultivo y a su vez, liberen el lote en forma temprana, permitiendo que el perfil de suelo presente buen contenido de agua. Uno que juega con fuerza es el cultivo de moha para henificar.
Otros cultivos pueden ser trigo, soja de ciclo corto con siembras tempranas y maíz para silaje. En tanto, maíz y sorgo para grano no son aconsejables, a causa de su excesivo volumen de rastrojo que dejan en superficie.
Por su parte, las pasturas degradadas son muy malos antecesores de alfalfa. Esto no solo se debe al volumen de rastrojo remanente, sino también por problemas de compactación de suelo, mayor infestación de malezas y posibles efectos de autotoxicidad si la pastura degradada contenía alfalfa.
“Frente a esta situación se recomienda, forjar un descanso para el lote, y rotar con algún otro cultivo por al menos una estación de crecimiento”, destacaron.
El cultivo de alfalfa necesita suelos profundos, bien drenados, con pH cercanos a la neutralidad. Del global de nutrientes consumidos por esta pastura, el nitrógeno, el fósforo y con menor frecuencia, el azufre y el boro, son los elementos que en ausencia de restricciones hídricas severas, usualmente limitan la producción.
Control de malezas previo y posterior a la siembra: es importante llegar a la siembra con el lote libre de malezas, recordando que; luego de la siembra se pueden utilizar herbicidas a partir de la segunda-tercera hoja trifoliada. Para ello durante la siembra del cultivo antecesor, se recomienda consultar a un asesor técnico, quien, en función a la presión, tipo y desarrollo de las malezas, indicará el o los principios activos y las dosis a utilizar como así también la residualidad de los mismos.
Elección del cultivar: La elección del grado de reposo, características productivas y resistencia a plagas y enfermedades, no deja de ser un punto clave. Para ello, desde INTA Manfredi se conduce la Red Nacional de Evaluación de Cultivares de Alfalfa, dónde anualmente y en diferentes puntos del país, se evalúan los cultivares comerciales en función a las características mencionadas al principio.
Preparación y calibración de la sembradora: aquí se pueden presentar dos opciones ¿Maquinaria propia o contratada? Este paramento no es un dato menor, ya que, si se cuenta con la maquinaria propia para la siembra, los procesos mantenimiento y control de misma debe realizarse previo a la fecha de siembra y debe evitarse realizarlo en el momento de la siembra. Por otro lado, si se contrata el servicio de siembra, se debe contactar al empresario con antelación suficiente y de esta manera coordinar el momento a sembrar, que el mismo sea en fecha óptima.
Ajustes de la maquinaria: prestar atención a la limpieza de cajones de forrajes, limpieza y control de desgaste de los órganos dosificadores y el estado los de conductos transportadores de semillas. No se debe descuidar el ajuste y control del todo el tren de siembra en esta etapa que es cuando contamos con tiempo. De esta manera garantizaremos el estado general de la sembradora, para ser llevada al lote sin sorpresas, dónde se realizaran los ajustes pertinentes al momento de siembra.
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