Esteban Pervanas y Cecilia Cirer encabezan la empresa familiar de nombre Don Costa, de larga trayectoria en Chos Malal. Esteban comenzó con una heladería artesanal. Luego avanzó con una hostería. Hoy cuentan con una pastelería, restaurante y fábrica de jugos.
“Tenemos la fábrica de jugos, una heladería y pastelería en la calle Sarmiento 234. La hostería se encuentra localizada allí mismo. También desarrollamos una cafetería con pastelería. En otra locación armamos la casa de té. El restaurante está en avenida Las Flores y La Rioja, donde también funciona la fábrica de jugos”, detalla Cecilia, quien pareciera no tener definida una función específica, sin embargo, es la gran responsable del funcionamiento de todo este despliegue vinculado a la producción de alimentos.
La historia comienza más o menos así. En enero de 1987 abre sus puertas la heladería Don Costa, en pleno centro de Chos Malal. Quien aún hoy elabora y vende los helados es Esteban conocido como “el griego”, por su lugar de origen.
Esteban se dedicó a fabricar helados artesanales y platos clásicos que se servían en el restaurante en ese momento. Con gran visión construyó en el lugar una pequeña hostería con 15 habitaciones.
La heladería es reconocida en toda la zona norte de la provincia de Neuquén. Cuenta con más de 50 sabores. Para su elaboración se utilizan materias primas de primera calidad y varios productos de la región.
Esteban, en su infancia, en Grecia y con su familia de origen eran grandes consumidores de helado y del clásico yogur griego. Según recuerda, cuando tenía 10 años ya había comprado una maquinita manual para el hogar que se refrigeraba con hielo y fabricaba helado de a 1 kilo para consumo personal, para amigos y familia.
Cuando llegó a la Argentina, de adolescente, fue un aficionado por la electrónica y la refrigeración. A los 14 años armó su primera radio y televisor para la casa. Luego se inclinó por la refrigeración como oficio. Esto lo mantuvo siempre cerca del ámbito heladero preparando cámaras, heladeras, equipos de frío. De Buenos Aires se trasladó al sur del país. Vivió unos años en San Martín de los Andes.
Al visitar la zona norte conoció y eligió radicarse en Chos Malal. Encantado por el lugar y las condiciones del clima, luego de varias capacitaciones definió armar la heladería en esa ciudad, con calidad artesanal y frutos nobles.
“Todos nuestros gustos han sido elegidos para satisfacer el paladar de nuestra gente. Contamos con más de 50 sabores, para los cuales usamos productos zonales. Frutas de estación, frutos rojos, dulces de leche y otros importados como las pastas italianas y cacaos. Siempre tenemos el foco puesto en mantener la calidad de la materia prima, que nos da como resultado un producto de calidad, quizá por eso nuestros sabores son especiales”, comparte algunos secretos de producción Cecilia.
Acompañado por su familia, su compañera Cecilia y sus hijos Constantino, Yvonne y Helenio, al cabo de unos años amplió la propuesta, siempre en el rubro de servicio gastronómico y hotelero. Atentos a la necesidad de la zona, avanzaron con la construcción del hotel y un salón de eventos con una capacidad para 500 personas.
El restaurante está a cargo de uno de sus hijos, Constantino. Este espacio ofrece una cocina tradicional, que refleja, en el aroma de las propuestas, los paisajes culturales de la zona norte.
Durante el tiempo que duró la pandemia varios proyectos se desarrollaron. Uno de ellos fue la fábrica de jugos naturales a cargo del Helenio. Siempre con el acompañamiento de su familia armaron Fresli.
Helenio vió crecer la empresa que tiene como objetivo llevar un producto sano y natural a la mesa de la gente de su comunidad, usando fruta fina de productores de la Patagonia. Hasta el momento han desarrollado 5 variedades: limonada con menta y jengibre, limón con matcha (té verde japonés con muchas bondades para la salud), durazno, zanahoria, frutos rojos y arándanos
“Fresli, busca ser un producto saludable más en la mesa de las familias, ya que se trata de alimento sin conservantes, sin colorantes, sin saborizantes e incluso no tiene azúcar añadido. Se envasa en botellas de vidrio para no contaminar el medio ambiente. Comenzaron a comercializarse en nuestros locales y ya hace un tiempo se pueden conseguir en supermercados, dietéticas, tiendas boutique, cafeterías y demás. En este momento estamos tramitando una habilitación nacional para poder comercializar por todo el país”, adelantó Cecilia.
Con el entusiasmo que caracteriza a esta familia y las ganas de generar nuevas propuestas alimentarias de calidad para la región norte, los Pervanas incursionaron en la cafetería de especialidad, pastelería y panificados estilo franceses y abrieron dos nuevos locales.
Don Costa Cafetería se ubica en la calle General Paz 337. Cuenta con un patio interno lleno de plantas y una pérgola en el frente para poder disfrutar de un desayuno o brunch en la vereda. Recientemente inauguraron Don Costa Pastelería en la calle Jujuy 37 que se encuentra a cargo de Yvonne.
Recibida en Madrid como pastelera en la escuela de Le Cordon Blue, está a cargo de esta pastelería de estilo francés, donde se ofrecen té en hebras y especialidades de café.
“El éxito de Don Costa fue de la mano del trabajo constante, horas y horas de trabajo, la dedicación que le ponemos para mejorar día a día y mantener por sobre todas las cosas la calidad de nuestros productos que marcan una diferencia y hacen que sean elegidos por nuestros clientes”, asegura Cecilia.
Con relación al crecimiento del proyecto, Cecilia rememora las recetas de construcción familiar. “Siempre fuimos muy unidos. Desde chiquitos Constantino, Yvonne y Helenio estuvieron cerca nuestro acompañándonos. Así se fueron involucrando de a poquito con el trabajo y pudimos seguir creciendo para que ellos tengan su propio espacio, ya que siempre estuvieron a gusto con lo que hacían”, recuerda.
Enamorados del norte de la provincia de Neuquén, la familia productora amplía sus anhelos de crecimiento. Las condiciones ambientales naturales de la región promueven las ganas de seguir apostando al desarrollo local.
“El proyecto a futuro sería lograr autoabastecernos de algunos productos primarios, como leche y frutas. Quisiéramos poder comprar algunas hectáreas para la producción que nos permitan preparar pastas frutales, armar la huerta orgánica y por supuesto tener un pequeño tambo. Además, estamos trabajando en una nueva propuesta para que el turismo del norte neuquino crezca, promoviéndola en distintas provincias y países. Son paquetes de experiencias, en conexión con emprendimientos amigos, para que el turista conozca la cultura y gastronomía de la zona que nos hace tan únicos”, proyecta Cirer.
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