En las instalaciones de la Estación Experimental Agropecuaria La Consulta, perteneciente al Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), se desarrolló el pasado jueves 15 de febrero una nueva edición de la tradicional jornada a campo Tomate 2000.
El evento contó con la participación de productores, industrias, investigadores, autoridades gubernamentales y proveedores de insumos. Allí, los presentes evaluaron las variedades de este cultivo y el uso de diferentes tecnologías aplicadas al mismo, como maquinarias, sistemas de riego, agroquímicos y fertilizantes.
Además, se ratificó el potencial que la región cuyana tiene para la producción de tomate, siendo una de las zonas que reúne las mejores condiciones para su práctica y desarrollo.
En el evento técnico más especializado de la región, abundó el intercambio de información y de experiencias entre los diversos actores del agro. En ese sentido, Amauta, una empresa dedicada a desarrollar soluciones nutricionales que protegen “nuestra tierra, su rendimiento y el negocio de nuestros clientes”, presentó su completa línea de productos disponibles.
Alejandro Strenitz, representante técnico comercial de la zona de Cuyo, indicó que “el tomate industria abarca una superficie de alrededor de 6.000 a 7.000 hectáreas”, y sumó que se trata de una región con grandes beneficios para este cultivo, ya que cuenta con “bajas precipitaciones, alta heliofanía, buenas temperaturas y un período libre de heladas”.
Cabe destacar que, en general, el cultivo se realiza de noviembre a marzo. Respecto a sus fases, existen tomates industria de ciclos precoces, que van entre los 95 a 100 días, y de ciclo completo, que tienen un período de 120 a 130 días de duración.
Además, el ingeniero Strenitz resaltó que la venta de este cultivo por contrato ofrece estabilidad a los productores, ya que permite una comercialización anticipada de sus cosechas a las industrias. Por lo tanto, el foco comienza a ponerse en la productividad, ya que de la misma dependen los ingresos incrementarles de la explotación.
Con el objetivo de evolucionar la agricultura, la empresa propone una extensa paleta de productos para el cultivo de tomate industria. Según Alejandro, “los ensayos realizados con las tecnologías propuestas por Amauta obtuvieron muy buenos resultados” lo que permite que, a partir de la evidencia científica “podamos ofrecer a los productores una amplia gama de soluciones completas para potenciar y mejorar sus rindes”.
Para Strenitz, “el que más se destaca en la zona es el N Elite”, caracterizado como “una mezcla química NPK que se usa como fertilizante de base, permitiendo a los productores su aplicación al armar la cama de trasplante y disponer de nutrientes a lo largo del ciclo”
También cuentan con soluciones hidrosolubles, utilizadas “principalmente para la demanda del fertirriego ya que la gran mayoría del tomate industria se lleva adelante con riego por goteo”, comentó el técnico comercial.
Es importante mencionar que la inversión por hectárea ronda entre 8 y 10 mil dólares, por lo que es necesario eficientizar el uso todos los recursos, especialmente el agua, para lograr buenos cultivos y obtener una producción exitosa en términos de cantidad y rentabilidad. En ese sentido, la oferta de hidrosolubles de Amauta -todas NPK- tienen diferentes macronutrientes enriquecidos: “Aqua Nitro tiene como principal nutriente al nitrógeno, Aqua Phos al fósforo y Aqua Kali al potasio”, explicó Alejandro.
Entre los productos foliares, se destacan dos fisioestimulantes con aminoácidos libres: Vigorión y Superbia. Este último es un polvo soluble registrado además para producciones orgánicas.
“En cuanto a microelementos, la paleta cuenta con dos soluciones innovadoras: Microquel Amin Ziman, con zinc y manganeso; y Microquel Amin Cuaje, con boro y molibdeno; ambos acompañados de aminoácidos en su composición”, indicó el especialista.
Finalmente, Strenitz señaló que desde Amauta apuntan a “cubrir las necesidades nutricionales de los cultivos con productos de alta calidad tanto en su formulación como en la materia prima, lo que permite mayor eficiencia en el uso de los nutrientes”. Todo esto con el fin de obtener una sostenibilidad nutricional y un mayor rédito económico del cultivo
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