n adecuado protocolo sanitario administrado a la madre en el último tercio de su gestación asegurará un nivel de anticuerpos óptimo para su transferencia al ternero a través del calostro. Una madre saludable es la clave para terneras sanas.
Durante el último tercio de su gestación, denominado preparto, la vaca acumula en su glándula mamaria los anticuerpos que serán transmitidos a la ternera a través del calostro. La implementación de un plan sanitario completo que incluya antiparasitarios y suplementos nutricionales (vitamínicos, minerales y energéticos preventivos de cetosis) permitirá que la madre se encuentre en óptimas condiciones sanitarias. De la misma manera, se deben administrar vacunas, necesarias para contar en el calostro con anticuerpos (defensas) en cantidad y calidad suficientes.
La elección de las vacunas debe realizarse teniendo en cuenta que los principales síndromes que afectan a las terneras durante las primeras semanas de vida son diarreicos y respiratorios, por lo tanto, las madres deben inmunizarse contra los microorganismos responsables de dichas afecciones. Esto se logra mediante la aplicación de una dosis al momento del secado (45 a 60 días antes de la fecha probable de parto) y una segunda dosis 30 a 15 días antes de la fecha probable de parto, coincidente con el ingreso al pre parto de acuerdo a la práctica de cada establecimiento.
La transferencia de inmunidad de la madre a la ternera se realiza a través del calostro, que es por definición, la primera secreción de la glándula mamaria después del parto. Este calostro se encuentra cargado de anticuerpos y debe ser administrado al ternero en las primeras 6 horas de vida y hasta las primeras 12, momento en que el intestino del ternero se encuentra permeable para su absorción. Una ternera debe consumir un 10 a 12% de su peso vivo en calostro, que en líneas generales son alrededor de 4 litros.
Los requerimientos para lograr una inmunidad pasiva adecuada durante las primeras semanas de vida de la ternera, se cubren con el consumo de al menos 60 gr de Ig/Lt de calostro, pero solo el 40% de las vacas produce calostro de estas características (Corbett, 2009). Por eso, es conveniente conocer la calidad del calostro que ofrecemos a las terneras y contar con un banco de calostro que permita realizar un refuerzo.
La calidad del calostro puede medirse con un calostrómetro. Se trata de un densímetro que permite estimar la concentración de inmunoglobulinas (defensas) en el calostro. El procedimiento es sencillo: se debe colocar una muestra del calostro a analizar en un recipiente limpio, que permite la introducción y flotación libre del calostrómetro. Con la muestra a temperatura ambiente y libre de espuma. La lectura se realiza a través de una escala codificada en colores presente en el calostrómetro:
Rojo < 22 mg Ig/ml Calostro: se trata de un calostro de pobre calidad, que no debería ser almacenado ni ser ofrecido a animales menores a 24 horas de vida.
Amarillo < 22 mg a 50 mg Ig/ml Calostro: calostro de mediana calidad, que debería ser administrado a terneras de más de 24 horas de vida, a modo de "repaso".
Verde > 50 mg Ig/ml Calostro: calostro de excelente calidad para ofrecer a terneras recién nacidas o bien para almacenamiento en banco de calostro.
Resulta de suma utilidad la creación de un banco de calostro. Se trata de una herramienta sencilla y de fácil implementación que permite disponer de calostro de alta calidad en caso de necesidad.
En recipientes de 0.5 a 2 Litros de capacidad, almacenar calostro de buena calidad proveniente de vacas de 2 o más lactancias y de sanidad conocida, sin rastros de sangre y/o mastitis clínica y obtenido del primer ordeñe posparto. Se recomienda no mezclar calostro de varios animales en el mismo recipiente, tapar adecuadamente el recipiente e identificar con fecha de recolección, calidad y RP de la vaca donante, permitiendo trazabilidad.
Una vez envasado, enfriar rápidamente a 4°C para evitar contaminaciones. El calostro refrigerado tiene una vida útil de una semana sin perder su calidad.
Para prolongar la vida útil del calostro almacenado, el mismo puede congelarse, con una muy pequeña pérdida de su contenido nutricional. Conservando sus cualidades hasta por un año, antes de su administración el calostro debe ser descongelado a baño maría con agua a 37-38 °C con especial precaución de que el recipiente que contiene el calostro no tome contacto directo con el fuego. Temperaturas mayores a las indicadas o un descongelamiento rápido pueden provocar la desnaturalización de las proteínas y disminuir el contenido de inmunoglobulinas activas en el calostro.
Existen herramientas disponibles para monitorear los trabajos de calostrado y el nivel de transferencia de inmunidad de los animales a las 72 horas de vida.
Las técnicas que pueden utilizarse a campo son: Prueba de Glutaraldehído y Refractometría.
El objetivo a alcanzar es contar con más del 90% del rodeo con mediciones superiores a 5.2 g/dl, es decir, con una transferencia de inmunidad exitosa.
Es importante remarcar que las terneras que hoy están en la guachera, serán las vacas que estaremos ordeñando en los próximos años por lo tanto debemos utilizar todas las herramientas disponibles a nivel sanitario y de manejo para asegurar su óptimo desarrollo y crecimiento que veremos reflejados en resultados productivos a futuro.
No debemos perder de vista que las terneras que hoy están en la guachera, serán las vacas que estaremos ordeñando en los próximos años. La adecuada sanidad de la madre, calostrado de buena calidad, manejo adecuado de la alimentación, prevención de infecciones y personal especializado y capacitado para las tareas son puntos clave para asegurar el óptimo desarrollo y crecimiento de las terneras que se verá reflejado en el futuro productivo del tambo.
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