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Producen en 25 mil hectáreas y montaron una planta para transformar soja en ingredientes de alimentos: “Todo debió armarse de cero”

Actualmente despachan 35 contenedores de estos productos, los cuales se destinan en un 85-90% al mercado de exportación

Producen en 25 mil hectáreas y montaron una planta para transformar soja en ingredientes de alimentos: “Todo debió armarse de cero”

En agosto de 2009, nacía “América Pampa Agroindustria” y también un camino lleno de desafíos y agregado de valor agregado. Con un enfoque centrado en transformar a la soja en ingredientes para la industria de la alimentación humana, Diego Álvarez cuenta su experiencia en una nota con contenidos CREA y  explica la importancia de respetar a los procesos.

 

Una vuelta de tuerca a la soja

“Tuvimos que enfrentar grandes desafíos porque empezamos algo totalmente nuevo. Queríamos agregar valor entrando en algún negocio que nos permitiese mantener una cierta diferenciación, encontrar un nicho dadas nuestras restricciones de escala”, cuenta Álvarez, ex miembro del CREA América II y actual integrante del grupo Mandisoví-Concordia.

Hasta el año 2000, la actividad se limitaba a la explotación de tierras propias, que comprendían alrededor de 7000 hectáreas en América. A partir del 2001-2002, comenzaron gradualmente a expandirse mediante contratos de arrendamiento y asociaciones. Este cambio los llevó a operar en un rango de entre 22.000 y 25.000 hectáreas distribuidas en las provincias de Buenos Aires, La Pampa y Entre Ríos.

 

Texturados de soja. Foto: contenidos CREA

 

Todo se transforma

En el Parque Industrial de América, levantaron su planta de procesamiento con recursos propios y créditos, después de intercambiar experiencias con empresas en Iowa, EE.UU. La construcción fue gradual, empezando con una cuarta parte de su capacidad actual y lograron poner la planta en marcha en 2008.

Con desafíos técnicos y tecnológicos debieron alcanzar una calidad consistente y eficiente en los procesos. “Adoptamos una tecnología poco común, fue un proceso de prueba, desarrollo y aprendizaje constante”, explica Diego y agrega que cumplir con procesos y controles de calidad se volvió prioritario.

En cuanto al aspecto comercial, aprender a vender fue fundamental. “Arrastrábamos un modelo mental donde todo lo producido debía venderse. Pero aquí, era necesario un esfuerzo extra”, cuenta el ex miembro del CREA América II y advierte que, económicamente, debieron generar recursos para inversión y solventar pérdidas iniciales por bajas ventas y altos costos.

 “Pasamos períodos de ausencia de créditos en dólares, con tasas en pesos altas, mientras exportábamos el 90% de la producción”, menciona Diego. Sin embargo, recuerda que aprendieron que en la industria siempre hay margen para mejorar y crecer:  “Siempre se puede hacer una mejora. En la planta, si nos quedamos quietos, es una oportunidad que pasa”, remarca el emprendedor.

 

Diego Alvarez 

 

La planta y la cave de agregar valor

La planta actualmente ocupa una extensión de 3000 metros cuadrados y conserva su estructura original de construcción civil, incluyendo los galpones. Ahí es donde llega la materia prima que será procesada y se divide en tres tipos: soja estándar, genéticamente modificada, que representa un 40% de la producción agrícola de la familia junto con un 60% adquirido en el mercado de RR; soja no-GMO, cultivada exclusivamente por los Álvarez; y materia prima orgánica, obtenida de productores certificados bajo contrato. Este es el volumen que la planta procesa.

El enfoque principal del negocio se centra en la producción de dos ingredientes destinados a la alimentación humana: el texturizado de soja y la harina micronizada, que se ofrecen en tres versiones: estándar, no-GMO y orgánica.

 “El uso de ingredientes que no sean carne en la fórmula depende de los estándares alimentarios de cada país", explica Diego y ejemplifica que mientras que las hamburguesas pueden contener solo carne, los medallones tienen la flexibilidad de incluir otras proteínas o aditivos.

La industria cárnica opera con una amplia gama de ingredientes, donde el texturizado de soja es solo el primer paso. “Hay otros elementos más complejos, que incluyen sabores, funcionalidades específicas y resistencia a la mordida, que el texturizado posee pero en menor grado", agrega Diego. "Hay todo un mundo detrás de eso”.

Estos ingredientes también son empleados en el mercado vegetariano o vegano, para producir alternativas a la carne a base de proteína vegetal. “Suministramos a las principales marcas de hamburguesas y milanesas de soja", señala Diego. “El tipo de ingrediente utilizado varía según el producto: para hamburguesas se utiliza el texturizado y para milanesas, una combinación de texturizado y harina”, concluye.


 

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