La industria vitivinícola atraviesa una suerte de larga crisis que el año pasado se agravó en parte por la escasa cosecha y las dificultades de competitividad debido a la brecha cambiaria y la suba de costos. El 70% del vino que se produce en Argentina se destina al mercado interno y sólo una tercera parte se exporta. ¿Se desploma o repunta el consumo?
En el contexto recesivo de la economía argentina, no sorprende que la venta de vinos en el mercado interno transite una racha que podría titularse como “crónica de una caída anunciada”.
Según los últimos datos difundidos por el Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), en marzo de 2024 la comercialización de vinos cayó 5,2% en total en la medición anual.
Y eso no es todo. En el acumulado del año, la caída fue de 4,6% en los meses de enero, febrero y marzo. En el combo, el que registró la peor performance fue el vino color con un derrumbe interanual de 9,6% y acumulada de 5,8%.
Por su parte, el consumo del vino blanco tuvo mejores registros, según el informe del INV. De hecho, con cifras negativas, pero algo más leves, el vino blanco se vendió 5,6% menos en el lapso del año y 1,6% en el trimestral.
Si se mira el consumo desde el punto de vista del varietal y el empaque en la medición anual, la botella tradicional de 750 cm3 fue la más afectada con una baja de 6,8% mientras que el tetra brik registró una ínfima suba de 0,8%. En consonancia, la mayor caída se la llevó el vino varietal con un -9,6% y el espumoso que cayó 28,5% mientras que el resto, sin mención de varietal, bajaron 1,6%.
Si bien el mercado externo podría aparecer como una suerte de salvavidas en el nuevo contexto aperturista, las cifras de exportaciones también han sido negativas en lo que va de 2024. En el medio, el sector se reconfigura con cambios y diversos embates que hacen crecer la incertidumbre y las posibilidades de planificación.
LMNeuquen