Por Agroempresario.com
En el corazón del valle de Calamuchita, en Córdoba, se encuentra la bodega Sineres, un proyecto familiar liderado por Agustín Somavilla y Andrea Fissore. Aunque inicialmente comenzaron con la producción de vinos, pronto descubrieron que su verdadero potencial residía en la elaboración de espumantes. "El clima húmedo de la zona y las lluvias de marzo y abril nos llevaron a enfocarnos en espumantes, levantando la uva en febrero para evitar problemas", explica Agustín.
Sineres, ubicada sobre la ruta RP 5, produce anualmente unas 10,000 botellas de espumantes, que salieron al mercado en 2021. La finca familiar, Costa Verde, alberga las vides de donde provienen las uvas utilizadas. El enólogo Emiliano Guzmán ha sido clave en el proceso de producción, y cada vez más cocineros y sommeliers de la provincia eligen sus productos, incluyendo a Javier Rodríguez del renombrado restaurante El Papagayo.
El espumante Sineres ha recibido reconocimiento internacional, siendo premiado por el crítico británico Tim Atkin por su Chardonnay Brut Nature de 2018. Este espumante se elabora utilizando el método champenoise, un proceso tradicional francés descubierto por Dom Pérignon, que convierte el azúcar residual y la levadura autóctona en burbujas de dióxido de carbono.
Agustín Somavilla, ingeniero agrónomo, es quien guía las visitas a la bodega, explicando los detalles del método champenoise y la importancia de la crianza en lías para la calidad del espumante. "La técnica se ha perfeccionado con el tiempo, y aunque no cumplimos con los estrictos estándares de denominación de origen del champagne, nuestro espumante sigue el mismo proceso de elaboración", señala.
La pandemia, aunque desafiante, permitió a Sineres mejorar su producto. "Cuando salimos al mercado en 2021, teníamos espumantes con cuatro años de guarda. Ahora contamos con botellas de alta gama, algunas con hasta seis años de añejamiento", comenta Agustín. Los espumantes de Sineres incluyen variedades de pinot noir, chardonnay y malbec, así como la mezcla clásica de pinot noir y chardonnay.
Agustín también reflexiona sobre el renacimiento de la vitivinicultura en Córdoba. "Durante muchos años, los vinos cordobeses no lograron destacarse debido a errores en su producción y falta de políticas públicas adecuadas, a diferencia de Mendoza", afirma. Sin embargo, hoy celebra el buen momento de las bodegas en el valle de Calamuchita.
Una anécdota divertida explica el nombre de la bodega. De niño, Agustín sufría al tener que hablar en público debido a su dificultad para pronunciar la "erre". Después de mucho pensar, decidió llamar a su bodega Sineres, una palabra sin la temida "erre", convirtiendo una debilidad de la infancia en una marca reconocida y premiada.
Sineres no solo es un testimonio de la pasión y dedicación de la familia Somavilla, sino también un ejemplo del potencial vitivinícola de Córdoba, que continúa creciendo y ganando reconocimiento tanto a nivel nacional como internacional.