Por Agroempresario.com
En diciembre, la Patagonia argentina será el escenario de una experiencia turística sin precedentes con la apertura de Ovo Patagonia, un hotel que se promociona como el más alto del mundo. Este innovador alojamiento ofrece cápsulas transparentes colgando de una pared de roca a casi 270 metros de altura, accesibles tras una caminata por la montaña y una vía ferrata. Esta experiencia, que requiere arneses y cascos, promete ser una aventura extraordinaria para quienes buscan salir de su zona de confort.
El cofundador de Ovo Patagonia, Ezequiel Ruete, destacó que el objetivo es crear experiencias únicas en contacto con las alturas y la naturaleza, combinando comodidad y desafío. Junto a Luis Aparicio, arquitecto y cofundador, Ruete ha practicado el high line, una actividad que consiste en caminar sobre cables tendidos entre paredes de montañas, durante más de una década. Ambos buscaban introducir a los no escaladores en la experiencia de estar suspendidos en el vacío, enfrentar sus miedos y disfrutar de vistas hipnóticas de los cóndores y las nubes alrededor del Fitz Roy.
Después de tres años de trabajo con montañistas, ingenieros y técnicos geomecánicos, abrirán el hotel que se promociona no solo como el más alto del mundo, sino también el más expuesto a las fuerzas de la naturaleza. La propuesta va más allá de una noche de observación de estrellas en la Patagonia, ofreciendo una inmersión total en el poder de la naturaleza.
Aunque el viento en la región es una constante, lo que podría reprogramar la estadía si las ráfagas superan los 96 kilómetros por hora, Ruete enfatiza que Ovo Patagonia es apto para cualquier viajero de lujo con buena condición física y sentido de la aventura. Guías de montaña experimentados acompañan a los huéspedes durante el trayecto, llevándoles la cena y el desayuno, y permanecen cerca con radios encendidas para cualquier eventualidad.
El proceso de reserva incluye una noche en Ovo Patagonia (a partir de 1.600 dólares para dos personas) junto con una estancia de tres noches en la cercana Estancia Bonanza, la cual abarca también la instalación del hotel. La experiencia comienza en el pueblo de El Chaltén, desde donde se dirige a los huéspedes en 4x4 al albergue principal, donde se les entrega el equipo necesario. Desde allí, una caminata de aproximadamente una hora lleva a la vía ferrata de cinco minutos, que conduce a las cápsulas, donde los esperan bocadillos y vino.
Cecile Stuart, encargada de comercializar el proyecto, afirmó que aunque la altura puede ser intimidante al principio, la experiencia es transformadora y emocionante. La combinación de admirar la naturaleza, el confort y la novedad de la situación crea un cambio significativo en la percepción de quienes participan.
Cada una de las cuatro cápsulas tiene un diseño de tres niveles, similar al de habitaciones de hoteles de lujo terrestres. El nivel superior alberga una cama lujosa, el intermedio incluye una sala de estar, una pequeña mesa de comedor y un baño con inodoro químico y agua corriente. Una red tipo hamaca en el nivel más bajo ofrece un espacio adicional para relajarse.
Ruete explicó que el desarrollo del hotel implicó años de estudios y decisiones basadas en criterios de bajo impacto y fácil remoción. El equipo estudió las trayectorias de vuelo de los cóndores, realizó simulaciones de viento y construyó modelos a escala en Buenos Aires antes de llevar a cabo la instalación en la Patagonia utilizando un elevador aéreo, minimizando el impacto en el entorno.
Las cápsulas, que pesan alrededor de dos toneladas cada una, están diseñadas para ser aerodinámicas y flexibles, capaces de soportar vientos de hasta 185 kilómetros por hora. El aparejo incluye nueve anclas, cada una soportando 35 toneladas, con dos sistemas de estabilización estructural superpuestos, asegurando la seguridad y estabilidad de las cápsulas.
La experiencia promete ser todo menos aburrida. Desde la cápsula, los huéspedes pueden observar el vuelo de los pájaros, el movimiento de las nubes y el brillo de las estrellas, disfrutando de la naturaleza desde una posición elevada y protegida del viento. Ruete destacó que, aunque no se sienta el viento directamente, se percibe su presencia, permitiendo una conexión única con la naturaleza.
Ovo Patagonia ofrecerá una aventura incomparable, combinando desafío, confort y una inmersión total en el entorno natural de la Patagonia. Esta innovadora propuesta está destinada a atraer a viajeros en busca de experiencias extraordinarias y memorables.