Por Agroempresario.com
La industria avícola argentina está en un punto de inflexión tras la reciente decisión del gobierno de reducir en un 25% los derechos de exportación sobre la carne aviar, pasando del 9% al 6,75%. Esta medida ha sido recibida con optimismo en un sector que viene de dejar atrás el obstáculo que representaba la influenza aviar, la cual limitaba sus posibilidades de acceso a mercados internacionales.
El avance más significativo para la industria ocurrió hace un año, cuando el Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) finalizó las acciones sanitarias del último brote de influenza en aves. Este estatus fue confirmado por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA) en octubre de 2023, permitiendo que mercados clave, como el chileno, comenzaran a reabrir sus puertas a los productos avícolas argentinos.
Filipinas también ha mostrado interés en la carne aviar argentina, enviando recientemente una delegación para auditar frigoríficos y avanzar en los protocolos necesarios para la exportación, que incluyen no solo carne de ave, sino también cortes vacunos y de cerdo.
El mercado chino, que antes de la influenza aviar absorbía el 36% de las exportaciones avícolas argentinas, es el objetivo principal para la industria. Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), señaló que si bien aún falta la reapertura completa de este mercado, las visitas de especialistas chinos para auditar las plantas argentinas han sido prometedoras.
El estatus libre de influenza aviar, combinado con la baja de retenciones, no solo abre oportunidades en la exportación de carne de ave, sino que también permite a la industria avícola explorar otros productos con mayor valor agregado, como el huevo en polvo y derivados. Actualmente, el 98% de las exportaciones de la industria del huevo son ovoproductos, con el huevo en polvo exportado a un promedio de US$ 7.000 la tonelada.
Javier Prida, presidente de la Cámara Argentina de Productores e Industrializadores Avícolas (Capia), subraya la importancia de esta diversificación, aunque advierte que los altos costos de fletes y laborales siguen siendo un desafío que limita la competitividad argentina en el mercado global.
Para aprovechar al máximo la baja de retenciones y la reactivación de mercados internacionales, el sector avícola necesita realizar inversiones significativas en tecnología y modernización de infraestructura. Según Domenech, la producción de aves ha estado estancada en 2,5 millones de toneladas al año, y para crecer es esencial contar con crédito a largo plazo para financiar la construcción de nuevos galpones equipados con sistemas de última tecnología.
Domenech estima que el sector necesita entre 100 y 150 galpones nuevos por año, con un costo de entre US$ 250.000 y US$ 280.000 cada uno, lo que representa una inversión anual de hasta US$ 40 millones. Esta inversión no solo permitirá aumentar la producción, sino también mejorar el bienestar animal y reducir el tiempo de crecimiento de las aves, acercando aún más a la industria avícola argentina a los estándares internacionales.
La industria avícola argentina está bien posicionada para aprovechar las recientes mejoras en el entorno macroeconómico y sanitario. La reducción de retenciones y la posibilidad de reabrir mercados clave, como el chino, ofrecen un horizonte de crecimiento sustentable, siempre que se realicen las inversiones necesarias y se logre superar los desafíos de competitividad global.