En la Gira Ganadera Bonaerense Sudeste de Hereford se recorrió la Estancia Lolén, perteneciente a la familia Facht, donde se pudo conocer en detalle las virtudes que tiene la remolacha forrajera en la ganadería argentina.
Pero antes de entrar en los detalles productivos de este cultivo y su uso en la hacienda para pastoreo directo, hay que explicar el sistema de producción de la Estancia, ubicada en el partido de Coronel Suárez, a la “espalda” de la Reserva Natural del Parque Tornquist.
Lolén nació en 1925, donde Felipe Facht es la quinta generación que trabaja con la tierra y los animales. Tiene 12.850 hectáreas propias más 2.350 arrendadas, de las cuales aproximadamente 7.000 son agrícolas de clase 1 a 4 (con alta proporción de 1 y 2) y 8.200 de sierra donde generalmente está el rodeo de cría, salvo las vaquillonas de primer y segundo servicio que se recrían hasta vaca adulta en remolacha, praderas y verdeos de invierno y verano.
Trabajan cerca de 5.800 hectáreas de agricultura con trigo, cebada, maíz y soja. Hay 500 de pradera; 200 de sorgo forrajero; 300 de pasto llorón; 200 de avena para pastoreo y 180 de remolacha forrajera, que se incorporó hace seis años con “óptimos resultados”, según afirmaron los propietarios.
Hacen ciclo ganadero completo con casi 4.000 vientres entorados con inseminación a los 15 meses. Solo hacen toros para reponer y, como toda la región, vienen de un lustro muy complicado en el aspecto climático, con registros de precipitaciones muy por debajo del promedio para la zona y el campo.
En términos productivos, la producción en los campos de cría de Sierras de Lolén oscila entre 35/45 kilos por hectárea, con un 80/82% de destete con 170 kilos. Pero cabe destacar que, según aclararon, es un promedio muy difícil de estimar porque tienen corrales, praderas de muy buena producción y sierras de baja producción.
Luego del destete, el sistema es ultraintensivo con corrales de destete, remolacha, corrales de terminación o praderas y verdeos para recrías y hasta el segundo servicio. También reciben todos los años entre 400 y 600 terneros y vaquillonas del campo que tienen en Junín de los Andes.
Crían Hereford, pero su gran producción destinada al mercado local proviene de los Caretas, cruza de Hereford y Angus que tiene una rentabilidad sin igual en kilos. En 2023 vendieron más de 1.600 novillos, con un promedio de venta de 435 kilos con 16 meses de edad promedio, pero según indicaron, “continúan buscando mejorar todos los índices”.
En 2018 Guillermo Facht comenzó, con el asesoramiento de la firma KWS, el “proyecto remolacha”, una suerte de aventura productiva con enormes ventajas para la hacienda, para campos donde los inviernos son duros y, sobre todo, para comer en invierno cuando el resto de las pasturas flaquean.
Según Guillermo, “nada de eso hubiera servido sin los buenos recursos humanos que tenemos y que sin ellos sería imposible llevar adelante un sistema simple, pero intensivo, donde se requiere mucha responsabilidad, trabajo y coordinación”.
La remolacha forrajera tiene tres características principales que lo diferencian del resto de los alimentos o recursos forrajeros: alta producción por unidad de superficie; alta calidad en energía metabolizable por kilo de materia seca; y la posibilidad de balanceo de proteínas dentro del mismo alimento energético. Con proteína suficientes para animales adultos pero que requiere suplementación en terneros.
Según los resultados obtenidos en los campos de Lolén, donde actualmente consiguen ganancias promedio de 1,05 kilogramos por día, lograron:
Rendimientos de 12 a 24 toneladas de materia seca por hectárea,
2,9 megacalorías por kilo de materia seca, parecido al maíz,
Nivel de proteína promedio de entre 9 y 11%, dado que la hoja de la remolacha tiene entre 23 a 25% de proteína bruta (muy parecido a una alfalfa) y la raíz tiene un 7% de PB.
Se utiliza para pastoreo directo como cualquier verdeo, pero tiene la enorme ventaja de estar disponible para comer en invierno sin perder su calidad energética y/o proteica, que es cuando generalmente hay un bache forrajero en el campo. Se puede utilizar en todas las categorías, pero dependiendo del sistema productivo, se recomienda para recría a partir del destete o para terminación.
“Toda esa producción de materia seca que nosotros logramos, va a estar disponible en el periodo más restrictivo, en el bache forrajero de las pasturas o las praderas verdeos. Lo estamos sembrando en septiembre y lo vamos a empezar a pastorear recién en abril, mayo, que es cuando empiezan a mermar las praderas”, explicó Mauro Cardona, especialista de KWS que asesora a Lolén en este cultivo.
“Es una raíz engrosada que sobresale del suelo, con lo cual el animal accede muy fácilmente. Primero come las hojas, pero cuando pasa unas horas en el lote comienza a voltear la raíz de la remolacha con el hocico hasta que la desprende del suelo. Una vez que se acostumbra a comer la raíz no quiere comer otra cosa”, añadió.
Requiere una pequeña adaptación del rumen igual que al entrar a una alfalfa, porque al ser un alimento muy energético, puede producir riesgos de acidosis. Para evitar o disminuir esos riesgos, hay que hacer un acostumbramiento de 20, 25 días, y a partir de ahí el animal ya come sin riesgo y a libre demanda.
En animales chicos empiezan con 0,5 kilos el primer día, el segundo día lo mantienen, el tercer día pasan a un kilo, el cuarto lo mantienen y así van subiendo la oferta hasta llegar a una asignación entre 75 y 85% de remolacha y entre 15 y 25% de un alimento voluminoso. Más el aporte de proteína si hiciera falta, como es el caso de Lolén para la recría de terneros.
Para estos días de acostumbramiento, solo van corriendo el boyero eléctrico diariamente unos metros y dejan que los animales ingresen a la remolacha.
El período de aprovechamiento de la remolacha se aconseja entre 120-150 días de pastoreo, “porque ahí es cuando el animal realmente muestra mejores ganancias de peso, al diluir el acostumbramiento. Las ganancias medidas están en el orden de 600 gramos a más de 1 kilo por día”, indicó.
En el caso de Lolén, las experiencias de terneros, novillos y otras categorías, mantuvieron ganancias parejas de arriba del kilo diario, llevando ya más de 10.000 cabezas desde el primer año de pastoreo en el 2019.
Guillermo Facht aseguró que, previo al ingreso con los animales, “se recomienda hacer una vacunación con cobre y selenio. Y también aplicar alguna clostridial, porque el animal va a estar en más contacto con el suelo, va a estar consumiendo más tierra y puede traer problemas. Nosotros le damos Clostridial con tétano y Glypondrin 4, inyectable a toda la entrada”.
El sistema general que emplean en Lolén es destete, corral, remolacha y corral de terminación.
“El lote entra a la remolacha con un promedio de 230 kilos y luego de 130-150 días, salen del invierno arriba de los 370 kilos. Si descontáramos los días de acostumbramiento, la tasa de engorde es más alta, pero esos días son necesarios y muy importantes. De ahí, 60-80 días a corral para terminar, dependiendo si queremos vender o no”, ejemplificó Facht.
El lote de remolacha que se recorrió durante la gira era de 30 hectáreas con 550 terneros que ingresaron con 240 kilos a mediados de abril y estiman que estarán pastoreando allí hasta fin de septiembre, saliendo con un peso de 380 kilos o algo más. Carga de 18 terneros por hectárea durante 150 días en ese caso, con rinde de remolacha aproximado de 17 toneladas de materia seca por hectárea.
Cabe destacar que todos los “caretas” que produce Lolén son para consumo interno, pese a que con remolacha se podría vender tranquilamente a Unión Europea por Cuota Hilton, pero por otros temas burocráticos, no venden al exterior desde el año pasado.
De los kilos totales promedio en el año, el 30% lo engordan en corrales de inicio y terminación, el 30% en remolacha y el 40% a pasto.
Alfonso Callegari, representante técnico comercial de KWS Argentina y especialista en remolacha forrajera dio su mirada más “agronómica” del cultivo y comentó durante el recorrido que “el cultivo tiene aproximadamente 20 años de historia, pero que en la Argentina se empezó a utilizar hace 6 años y llama mucho la atención”.
“Es un cultivo intensivo, como un hortícola, que requiere mucho seguimiento técnico. Hay que estar muy encima los primeros 50 días de siembra porque es relativamente lento y complicado para lograr buena implantación. Es intensivo en el uso de los recursos, estamos hablando de 1200 a 1500 dólares la hectárea en ambientes secanos. Pero tenemos altísimas producciones de mínimo 18.000 y hasta 30.000 kilos de carne por hectárea en zona de riesgo, o sea, estamos hablando de altísimas producciones muy difícilmente alcanzables con otros sistemas de los que conocemos hoy en día”, afirmó.
Entre los resultados obtenidos con el ganado Hereford se destaca una ganancia diaria de peso entre 0,686 y 1,291 kg/día, excelente clasificación en faena con muy buena conformación y terminación y grasa blanca sin restricciones al consumo.
María Gabriela Garcilazo, Juan José Gallego, Verónica Favere y Patricia Baffoni son los profesionales del INTA que están trabajando en este cultivo y sus usos en la ganadería, no solo en bovinos, sino también en ovinos.
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