Por Agroempresario.com
En Argentina, cada 20 de agosto se celebra el Día de la Papa Frita, un tributo a uno de los acompañamientos más queridos y versátiles de la cocina nacional. Este plato simple pero delicioso, que ha sido parte de innumerables mesas familiares, asados y celebraciones, es mucho más que un acompañamiento: es un símbolo de la cultura culinaria argentina.
La historia de la papa frita, aunque se remonta a Europa, ha encontrado en Argentina un terreno fértil donde florecer. Desde las clásicas papas a la francesa hasta las papas rústicas y las variantes gourmet, este plato ha evolucionado y se ha adaptado a los gustos y tendencias locales.
Hoy, la papa frita es un infaltable en la mesa de los argentinos, tanto en hogares como en restaurantes de alta cocina. Su versatilidad permite acompañar desde una simple hamburguesa hasta un sofisticado bife de chorizo, elevando cualquier plato a otro nivel.
Pero, ¿qué es lo que hace tan especial a la papa frita? Además de su irresistible sabor, su capacidad de adaptarse a diferentes técnicas de preparación y su popularidad entre todas las edades, la papa frita se ha ganado un lugar en la gastronomía por su inigualable combinación de simplicidad y satisfacción.
En este día, los argentinos aprovechan para rendir homenaje a este pequeño gran manjar. Ya sea que las prefieras bien crocantes, con salsa o simplemente con sal, la papa frita merece ser celebrada.
La historia de la papa frita es un relato fascinante que abarca siglos y atraviesa continentes. Aunque su origen exacto es objeto de debate, existen varias teorías sobre cómo este icónico platillo se convirtió en un favorito global.
La historia de la papa comienza en los Andes, en América del Sur, donde fue cultivada por primera vez por los pueblos indígenas hace más de 7.000 años. Los conquistadores españoles llevaron la papa a Europa en el siglo XVI, y rápidamente se convirtió en un alimento básico en muchas regiones del continente debido a su facilidad de cultivo y su valor nutritivo.
El origen de las papas fritas tal como las conocemos hoy es motivo de disputa entre Francia y Bélgica. Según la versión belga, los habitantes de la región de Namur, en el sur de Bélgica, solían freír pequeños peces como parte de su dieta diaria. Sin embargo, durante los fríos inviernos cuando los ríos se congelaban y no podían pescar, comenzaron a cortar papas en tiras finas y freírlas como sustituto de los peces. Esta práctica se remonta al siglo XVII.
Por otro lado, los franceses sostienen que las papas fritas se originaron en París, en los puestos callejeros a lo largo del río Sena, hacia finales del siglo XVIII. Los "pomme frites" se convirtieron rápidamente en una popular comida de la calle en la capital francesa.
La popularización en América del Norte. Las papas fritas llegaron a América del Norte gracias a los inmigrantes europeos y se popularizaron en Estados Unidos a principios del siglo XX. Fue en ese país donde adquirieron el nombre de "French fries", debido a la influencia de los chefs franceses que trabajaban en restaurantes estadounidenses. Durante la Primera y Segunda Guerra Mundial, los soldados estadounidenses destinados en Europa disfrutaron de las papas fritas y contribuyeron a su popularidad al regresar a casa.
Con el auge de la comida rápida en el siglo XX, las papas fritas se convirtieron en un elemento esencial en los menús de las cadenas de restaurantes en todo el mundo. Hoy en día, son consumidas en todos los rincones del planeta y vienen en diversas formas, desde las tradicionales tiras hasta las papas rústicas, las onduladas y las papas waffle.
Aunque la disputa sobre el origen exacto de la papa frita probablemente nunca se resuelva, lo que es innegable es su impacto global. Desde los humildes comienzos en Europa hasta su reinado en la cocina rápida moderna, la papa frita ha pasado de ser un simple alimento a un ícono culinario amado por millones en todo el mundo.