Esta técnica, comparada con otras biotecnológicas, es simple y económica, permitiendo modificar el ADN de las plantas en un laboratorio.
El proceso incluye el cultivo in vitro de tejidos vegetales en un entorno controlado y la inducción de mutaciones mediante agentes mutagénicos, ya sean físicos o químicos, que generan cambios heredables en el ADN. Según Valentina Di Pauli, investigadora del INTA Famaillá, la baja diversidad genética en el germoplasma subtropical utilizado en el mejoramiento clásico presenta un desafío significativo. La variabilidad genética es crucial para el éxito en el desarrollo de nuevas variedades, por lo que se incorporó la mutagénesis in vitro al Programa de Mejoramiento de Caña de Azúcar del INTA.
Esta técnica permite trabajar con una gran cantidad de plantas en un espacio reducido y realizar una selección in vitro para características como tolerancia a salinidad, sequía o bajas temperaturas, llevando al campo solo las plantas que sobrevivan al estrés. Esto reduce costos significativos asociados a los ensayos a campo.
El proceso de mutagénesis in vitro involucra varias etapas, desde el muestreo de cogollos de caña en el campo, hasta su regeneración y aclimatación en invernáculo, y finalmente, su traslado al campo para identificar nuevas características superiores a la variedad original. Hasta el momento, se han optimizado los protocolos de cultivo in vitro para varios genotipos de caña y se continúa con ensayos para otras variedades con baja regeneración de plantas.
Di Pauli destacó que la mutagénesis in vitro permite desarrollar nuevas variedades adaptadas a diversas zonas de cultivo y ampliar la base genética del programa de mejoramiento. En un contexto de cambio, es fundamental buscar variedades que toleren diferentes tipos de estrés y se adapten a las variaciones climáticas. La investigadora concluyó subrayando la importancia de ofrecer nuevas variedades al productor cañero, lo que contribuye a mantener un cañaveral más sano y productivo a lo largo del tiempo.
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