Por Agroempresario.com
La reciente publicación de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) destaca un fenómeno atmosférico que podría transformar drásticamente el clima global: La Niña. Este evento climático, caracterizado por un enfriamiento notable en una parte del Océano Pacífico Oriental, ha captado la atención de los científicos debido a sus potenciales implicaciones para el planeta.
La Niña ocurre cuando las temperaturas superficiales del mar en el Océano Pacífico Ecuatorial disminuyen, alterando la circulación atmosférica tropical. Este fenómeno es una fase del ciclo más amplio conocido como El Niño-Oscilación del Sur, que alterna entre periodos de temperaturas frías (La Niña) y cálidas (El Niño). El primer registro histórico de La Niña data de 1892-1893.
Según el informe de la OMM, aunque la manifestación de La Niña este año se espera que sea leve, su impacto podría ser profundo. El enfriamiento podría desencadenar un aumento generalizado de las temperaturas globales, afectando regiones como África, Australia y América. La única área que podría experimentar temperaturas más bajas es la franja costera del sur del Pacífico.
Además, se anticipa que la disminución en los niveles de precipitación en gran parte de América Central y del Sur pueda provocar sequías severas, degradación de ecosistemas y un aumento en los incendios forestales. Estos cambios podrían tener un efecto adverso en la productividad agrícola y ganadera, afectando la seguridad alimentaria y las economías locales.
El desarrollo y la duración de La Niña también están en el radar de los científicos. Actualmente, se estima que el fenómeno podría comenzar a formarse entre septiembre y noviembre de este año, con un 66% de probabilidad. Una vez establecido, hay un 74% de probabilidad de que perdure durante todo el verano del hemisferio sur hasta enero de 2025. No obstante, las predicciones seguirá enfriándose a medida que se acerque la fecha estimada.
El impacto potencial de La Niña destaca la importancia de prepararse para sus posibles efectos en el clima global. Los sectores agrícolas y ganaderos, en particular, deberán estar atentos a las condiciones cambiantes y adaptar sus prácticas para mitigar posibles impactos negativos. La vigilancia continua y la planificación estratégica serán clave para enfrentar los desafíos que pueda presentar este fenómeno atmosférico.