Por Agroempresario.com
En una reciente entrevista publicada en La Nación, Julio Figueroa comparte su fascinante viaje desde la ingeniería hasta la gastronomía, destacando cómo una simple pasión se convirtió en una carrera llena de sabores y desafíos. Con 20 años de experiencia, este chef cordobés ha logrado marcar su huella en el ámbito gastronómico de Buenos Aires, abriendo su nuevo restaurante, Ávito, en un antiguo convento de Villa Devoto.
Figueroa comenzó su andanza culinaria durante su cuarto año de estudios en ingeniería. “Todo lo que hice, lo hice trabajando”, menciona, enfatizando su dedicación y esfuerzo en un camino que comenzó sin una base económica sólida, pero con mucho amor y apoyo familiar. Inspirado por el programa El Gourmet, empezó a experimentar en la cocina, llevando a la facultad recipientes con comida casera que él mismo preparaba.
A los 23 años, su vida dio un giro al mudarse a Alemania, donde trabajó en una heladería y posteriormente en un pequeño restaurante en Palma de Mallorca. Su gran oportunidad llegó cuando, tras preparar un menú ejecutivo, el chef de un hotel de lujo le ofreció un puesto en su cocina. “Pasé de estar en la bacha a ser su mano derecha. Allí se consolidó mi amor por la gastronomía”, explica Figueroa sobre su experiencia en Europa.
Tras regresar brevemente a Córdoba, su carrera dio un nuevo impulso cuando se convirtió en el encargado de Il Gatto Trattoría en Buenos Aires, gestionando un equipo de más de 170 cocineros. “Esa fue mi primera llegada a Buenos Aires, con la apertura de varios locales de Il Gatto”, afirma el chef, recordando cómo esta experiencia lo llevó a explorar nuevas propuestas gastronómicas.
Hoy en día, Figueroa no solo gestiona Ávito, su nuevo proyecto en un convento reformado, sino también varios emprendimientos en Córdoba, incluidos un mercado y café con enfoque saludable, un restaurante elegante y un bar de autor. “Partimos del origen del producto y su estacionalidad, por eso proponemos una carta sencilla y acotada para cada franja horaria”, comparte sobre su visión culinaria.
El restaurante Ávito, que combina la historia del lugar con una propuesta contemporánea, es un claro reflejo de su filosofía: “La idea es unir en una línea de tiempo el pasado, el presente y el futuro. Lo que pasó, lo que vivimos hoy y lo que hoy va a construir el mañana”, enfatiza Figueroa. Su menú incluye delicias como burratina con arvejas y ojo de bife asado, y ofrece café de especialidad, todo en un ambiente que honra la historia del convento que lo alberga.
La historia de Julio Figueroa es un testimonio inspirador de cómo la pasión y la dedicación pueden abrir puertas inesperadas en el mundo de la gastronomía. Con Ávito, no solo busca deleitar paladares, sino también rendir homenaje a sus raíces y al legado de los espacios que ahora transforman su propuesta culinaria en un nuevo punto de encuentro en la ciudad.