Por Agroempresario.com
La reciente administración de Javier Milei ha puesto como uno de sus ejes centrales la eliminación de la burocracia que entorpece el desarrollo del sector agropecuario. Sin embargo, la realidad en las provincias revela que los productores aún enfrentan significativos obstáculos. Este es el caso de Tomás Föhrig, presidente del Ateneo de la Sociedad Rural Argentina (SRA), quien compartió su experiencia a través de una serie de publicaciones en Twitter, donde narra las dificultades encontradas al intentar trasladar un lote de 20 ovejas entre sus campos en La Pampa.
Föhrig detalla en su hilo que, a pesar de que la obtención del Documento de Transporte Electrónico (DTe) del Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) fue relativamente simple, el proceso para conseguir la guía municipal se tornó complejo y tedioso. “Compro 20 ovejas a un vecino. Necesito sacar un DTe Senasa y Guía (municipalidad) para moverlas de un campo mío a otro mío. 20 ovejas no le importan a nadie y son mis campos. Debería ser supersimple”, comentó en su publicación.
A las 9:26 de la mañana, Föhrig había habilitado la actividad ovina en los registros pertinentes, pero el verdadero calvario comenzó al intentar hacer la guía de traslado en el sistema de autogestión de la Municipalidad de Toay. El joven productor explicó que, aunque la resolución del intendente llegó una hora después, fue necesario cumplir con múltiples requisitos y autorizaciones, lo que alargó el proceso. “Tardé 3 horas en eso más una en lo otro. 4 horas. La mañana perdida por 20 ovejas”, lamentó.
Föhrig enfatizó que la burocracia no es solo un inconveniente operativo, sino un freno al crecimiento del sector. “Los privados no tenemos por qué pedirle permiso al Estado para hacer nada. La máquina de impedir es la que debemos desmantelar si queremos ser potencia de nuevo”, concluyó en su hilo, poniendo de relieve la necesidad de simplificar los trámites y liberar al sector agropecuario de un sistema que, según él, es obsoleto y perjudicial.
Este relato pone en evidencia que, a pesar de las promesas de cambio y agilidad, la burocracia continúa siendo un obstáculo crítico para los productores argentinos, quienes luchan no solo contra los elementos, sino también contra un sistema que, en muchas ocasiones, parece diseñado para complicar en lugar de facilitar.