Por Agroempresario.com
Hervé Joyaux Fabre, un nombre asociado al renacimiento del malbec argentino, está listo para embarcarse en una nueva aventura vitivinícola. En una reciente entrevista con La Nación, el enólogo francés, quien llegó a Mendoza hace 32 años, expresó su deseo de dar al torrontés el mismo espacio que alguna vez le otorgó al malbec. “No pretendemos revolucionar un mercado, hay otras bodegas que toman el mismo camino”, afirma Fabre. “La uva torrontés bien trabajada da vinos excepcionales, pero para hacer ruido hay que crecer”.
Fabre, cuyo linaje está ligado a la tradición vitivinícola de Burdeos, se aventuró a Mendoza tras darse cuenta de que el malbec argentino tenía un gran potencial. “No es que inventamos nada, solo decidimos darle a esta uva el espacio que merecía”, relata en la entrevista, subrayando que en sus inicios el malbec era considerado “vino de medicina”, utilizado para mejorar otros vinos.
Desde la fundación de su primera bodega boutique en 1993, Fabre ha sido una figura clave en la producción de vinos de alta gama en Argentina. Junto a su socio, invirtió aproximadamente 4 millones de dólares y comenzó a cultivar varietales en 500 hectáreas en Mendoza y la Patagonia. “Empezamos de cero”, dice, recordando los desafíos y las expectativas que enfrentaron en el proceso de internacionalización del malbec argentino.
Hoy, su producción alcanza las 3,8 millones de botellas al año, de las cuales el 80% se destina a la exportación. Aunque el malbec ha sido su gran éxito, Fabre ahora mira hacia el torrontés con ambición. “No podemos hacer promoción de otros cepajes si no tenemos suficiente superficie plantada”, explica, indicando que el crecimiento en el consumo de vinos blancos es un factor clave que no se puede ignorar.
Al reflexionar sobre el futuro, Fabre se muestra optimista pero realista. La clave, según él, es replicar la experiencia que tuvo con el malbec: “Queremos hacer el mismo trabajo que hicimos con el malbec con el torrontés, pero hay que tener más superficie”.
Con su esposa Diane a su lado, Fabre inicia esta nueva etapa de manera modesta, pero con la determinación de llevar el torrontés argentino a los niveles de calidad y reconocimiento que ha alcanzado el malbec. La historia de Fabre es un testimonio de cómo la pasión y la dedicación pueden transformar no solo un varietal, sino todo un sector vitivinícola.