Por Agroempresario.com
La encefalomielitis equina, también conocida como encefalitis viral equina, es una enfermedad grave que afecta el sistema nervioso central de los caballos y representa un riesgo sanitario significativo. El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (Senasa) ha intensificado su llamado a la vigilancia y notificación inmediata de casos sospechosos, especialmente con la llegada del clima cálido que favorece la proliferación de mosquitos, los principales vectores de la enfermedad.
A medida que las temperaturas aumentan y los mosquitos proliferan, la posibilidad de transmisión del virus se eleva considerablemente. Durante el invierno, el virus permanece inactivo, pero con la llegada de la primavera, las aves silvestres infectadas se convierten en reservorios del alphavirus, transmitiendo la enfermedad a través de picaduras de mosquitos hacia caballos y humanos.
Los síntomas en los equinos pueden variar desde fiebre leve hasta trastornos neurológicos graves como parálisis o convulsiones. Aunque los caballos son “huéspedes terminales” y no pueden propagar el virus, la presencia de síntomas en animales es un indicador claro de la circulación del virus en la región.
El Senasa enfatiza la necesidad de realizar un monitoreo activo en los establecimientos rurales y pide a productores, veterinarios y propietarios de caballos que informen cualquier signo sospechoso. Los síntomas pueden incluir fiebre, ataxia, depresión y dificultad para caminar.
El reporte oportuno de casos es crucial para evitar la propagación de la encefalomielitis equina. Por ello, el organismo ofrece múltiples canales de contacto, desde teléfonos locales y oficinas hasta la opción de reportar por WhatsApp o mediante formularios en su página web.
"Cada reporte es clave para mantener la situación epidemiológica bajo control y evitar la propagación del virus", destacaron desde Senasa.
Aunque en la última temporada no se confirmaron casos de encefalomielitis equina en Argentina, la vigilancia no puede relajarse. La enfermedad es de notificación obligatoria, y los caballos jóvenes son especialmente vulnerables, presentando mayor riesgo de desarrollar secuelas neurológicas permanentes.
La clave para contener el avance de esta enfermedad está en el compromiso de todos los actores del sector agropecuario. La colaboración activa permitirá no solo proteger la salud de los equinos sino también prevenir posibles brotes en el futuro.