Apoyado por AIMPLAS, el Centro Tecnológico del Plástico ubicado en Valencia, España, este ambicioso proyecto tiene como objetivo crear una cadena de valor sostenible basada en bioplásticos, utilizando un residuo común en la producción de cerveza: el bagazo de cervecería húmedo (Brewers’ Spent Grain o BSG, por sus siglas en inglés). Con este avance, no solo se propone una alternativa a los plásticos convencionales, sino que se abre la puerta a una solución innovadora para un problema ambiental significativo.
El BSG es un subproducto rico en fibras y proteínas, que resulta del proceso de producción de cerveza. A pesar de su abundancia, su aplicación es limitada. En la actualidad, el destino más común para este material es la alimentación animal de bajo valor o, en el peor de los casos, el vertedero, lo que genera impactos negativos para el medio ambiente.
En un mundo que demanda cada vez más soluciones sostenibles y alternativas a los plásticos tradicionales, el potencial del BSG está subexplotado. Aunque existen investigaciones previas sobre su conversión en bioplásticos, las aplicaciones actuales no han logrado escalar lo suficiente para marcar una diferencia en el mercado global de plásticos.
Los bioplásticos, aquellos derivados de materias primas renovables, representan hoy solo el 1,5% de la producción global de plásticos. A pesar de su promesa para reducir la dependencia de los combustibles fósiles, la industria no ha crecido al ritmo necesario para satisfacer la demanda del mercado. Las limitaciones tecnológicas, la escalabilidad y la falta de alternativas competitivas con los plásticos tradicionales han frenado su desarrollo. Aquí es donde entra en juego POLYMEER.
El proyecto POLYMEER se lanza con una visión clara: convertir el bagazo de cervecería en polímeros, copolímeros y mezclas de polímeros de base biológica que puedan competir con los plásticos convencionales. Su objetivo es crear materiales de alto rendimiento que puedan utilizarse en aplicaciones tan diversas como la agricultura, la industria automotriz y el embalaje industrial.
Con un enfoque de procesos verdes y de mínima generación de residuos, POLYMEER desarrollará bioplásticos que no solo reemplazan a los materiales tradicionales, sino que también cumplen con las especificaciones técnicas necesarias para su uso en películas agrícolas, textiles para la industria automotriz y películas de embalaje industrial.
Este proyecto de 48 meses busca optimizar la conversión del BSG en bloques de construcción de bioplásticos de alto valor, diseñados químicamente para tener propiedades específicas que los hagan competitivos en el mercado global. Además de desarrollar los materiales, POLYMEER se centrará en evaluar la sostenibilidad del ciclo de vida de estos productos, su coste-efectividad y su escalabilidad industrial. Esto asegurará que los actores clave del mercado puedan adoptarlos cumpliendo con las regulaciones vigentes.
A diferencia de otras iniciativas que se han quedado a mitad de camino, POLYMEER cuenta con el apoyo de un consorcio internacional de universidades, centros de investigación y empresas comprometidas con llevar estas innovaciones del laboratorio al mercado. El éxito del proyecto podría transformar no solo la industria de los plásticos, sino también los modelos de negocio en torno al tratamiento de residuos agrícolas e industriales.
Este enfoque multidisciplinario tiene como objetivo superar las barreras que históricamente han limitado el crecimiento de los bioplásticos, proporcionando una solución integral y escalable que puede marcar un antes y un después en la forma en que gestionamos los residuos industriales.
Uno de los campos de aplicación más prometedores para los bioplásticos desarrollados por POLYMEER es la agricultura. Las películas mulch que se planean desarrollar no solo ayudarían a reducir el uso de plásticos convencionales, sino que también mejorarían la sostenibilidad de las prácticas agrícolas al ser biodegradables, lo que permitiría su descomposición en el suelo sin generar residuos plásticos.
En la industria automotriz, los textiles basados en biopolímeros ofrecerán una opción más sostenible para los fabricantes de vehículos que buscan reducir su huella de carbono y cumplir con las regulaciones ambientales cada vez más estrictas.
Finalmente, el uso de películas de embalaje para aplicaciones industriales podría reducir significativamente la dependencia del plástico convencional, un avance clave en sectores que actualmente son responsables de grandes volúmenes de desechos plásticos no reciclables.
El proyecto POLYMEER marca un hito en la búsqueda de soluciones que no solo son ambientalmente sostenibles, sino también viables económicamente y escalables a nivel industrial. A medida que el mundo avanza hacia la descarbonización y la economía circular, el desarrollo de materiales como los bioplásticos derivados del BSG podría tener un impacto profundo en cómo abordamos el uso de plásticos y la gestión de residuos.
Con el potencial de transformar industrias enteras y mejorar la sostenibilidad global, la pregunta ya no es si los bioplásticos serán una realidad dominante, sino cuándo y cómo lograrán escalarse. Y, quizás, el bagazo de la cerveza sea uno de los ingredientes clave para esa revolución.
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