Por Agroempresario.com
Hace tres años, Francisco Idoyaga Molina tomó una decisión que cambiaría su vida para siempre. A los 47 años, la misma edad que tenía su padre al fallecer, se sintió impulsado a regresar a sus raíces y perseguir un sueño que había permanecido dormido durante 32 años.
La historia de Francisco se remonta a su infancia en el campo bonaerense de San Agustín, Balcarce, donde creció rodeado de colmenas y abejas, gracias a su padre apicultor. Sin embargo, tras el fallecimiento de su padre, la familia se mudó a la ciudad, y él, aún adolescente, comenzó a forjar un nuevo camino en el mundo comercial, completando sus estudios y trabajando en diversas empresas. En 2021, Francisco decidió dar un giro radical a su vida: renunció a su trabajo en una de las prepagas más grandes del país y fundó su propia marca de miel, Alquimia.
“Fue una decisión de vida. Arriesgué la estabilidad económica que te da un trabajo en relación de dependencia para poder dedicarme a lo que siempre amé”, expresó Idoyaga Molina en una entrevista publicada en La Nación. Este sacrificio inicial lo llevó a reencontrarse con su pasión por la apicultura y con los apicultores de la región de Mar y Sierras, quienes son colegas de su padre.
Alquimia no solo busca comercializar miel, sino que se posiciona en el mercado como una miel premium, fraccionada en blisters de 25 gramos y frascos de medio kilo. Actualmente, Francisco vende alrededor de 4,000 frascos al mes a través de redes sociales y en dietéticas, cuidando meticulosamente la calidad de su producto. “Como es una miel premium y seleccionada, no la vendemos a cualquier cadena; buscamos lugares que cuiden bien el producto”, destacó.
La idea de los blisters nació hace apenas tres meses, como una forma de diversificación para alcanzar nuevos mercados, incluyendo sanatorios y cadenas de café. A pesar de las dificultades iniciales, Francisco encontró un proveedor en Santa Fe que le permite ofrecer este nuevo formato.
El nombre Alquimia fue elegido por la simbología que encierra el proceso de transformación que realiza la abeja al convertir el néctar en miel. “Me desespera que en la sociedad se conozca tan poco sobre las propiedades y beneficios de este producto”, lamentó Francisco. Su objetivo es aumentar la conciencia sobre la miel como un alimento completo y nutritivo.
En su búsqueda de expansión, Francisco también ha iniciado el proceso de exportación. Con el apoyo de dos amigos, han comenzado a enviar muestras de su miel a Estados Unidos, con la intención de captar la atención de importadores. “El 95% de la miel argentina se exporta a granel y pierde todo el valor agregado. Queremos hacer lo contrario”, enfatizó.
El camino de Francisco Idoyaga Molina es un claro ejemplo de cómo la pasión y la perseverancia pueden transformar vidas y negocios. Alquimia no solo representa un retorno a sus raíces, sino también una promesa de elevar la miel argentina en el mercado internacional, reconociendo su calidad y beneficios para el consumidor. Su desafío es hacer que el mundo conozca y valore la miel argentina como un producto excepcional.