Por Agroempresario.com
La historia detrás de los sorrentinos, una pasta que en Argentina tiene un significado muy especial, es un viaje que mezcla tradición familiar, creatividad y espíritu emprendedor. Según relata un artículo de La Nación, esta pasta redonda y de relleno generoso vio la luz en Mar del Plata gracias a la familia Persico, cuyo legado sigue vigente más de un siglo después.
Todo comenzó cuando Rafael Persico emigró de Sorrento, Italia, en las primeras décadas del siglo XX. Tras un breve paso por Nueva York, finalmente se estableció en Mar del Plata con su esposa Rosalía Ruocco. Fue ella quien, desafiando la tradición de los ravioles cuadrados, comenzó a cortar la masa con un vaso y a rellenarla con los ingredientes disponibles. Este simple acto culinario sentó las bases de lo que se convertiría en un ícono local: los sorrentinos. “Rosalía, conocida como la 'inventora' de los sorrentinos, decidió honrar las raíces de la familia con un nombre que recordara su origen italiano”, detalla La Nación.
Cayetano Persico, hijo de Rafael y Rosalía, tuvo un papel crucial en popularizar esta creación. Trabajando en la industria del entretenimiento en el casino de Mar del Plata, compartía los sorrentinos con sus colegas, quienes rápidamente quedaron fascinados y comenzaron a pedirlos para sus propias familias. Este boca a boca impulsó la expansión de los sorrentinos más allá del hogar de los Persico.
Fue en 1968 cuando Horacio Persico, hijo de Cayetano, inauguró un restaurante en Punta Mogotes, donde los visitantes del espectáculo se deleitaban con la especialidad. Posteriormente, en 1978, Cayetano, junto a su hija Susana y su yerno Miguel D’Andrea, abrieron el primer local de venta al público bajo el nombre “Pérsico Sorrentinos”, ubicado en la esquina de Independencia y Paso. Las largas filas de clientes eran testimonio de la creciente demanda y del éxito de esta receta familiar.
Con el paso de los años, los Persico diversificaron y expandieron su negocio. En 1985, Horacio, tras mudarse a Córdoba, fundó *Pastas Don Cayetano*, un nombre en honor a su padre, produciendo más de 100 mil cajas de sorrentinos al año. La familia también extendió su presencia internacional al abrir un local en Cape Town, Sudáfrica, que funcionó hasta 2003.
Hoy, los descendientes de los Persico, incluyendo a Susana y sus hijos Emilia y Juan Martín D’Andrea Persico, siguen llevando adelante el negocio en Mar del Plata y otras ciudades, preservando la esencia y la calidad que hicieron de los sorrentinos un clásico argentino. Como señaló La Nación, “el legado de Rosalía y su sencillo vaso cortando masa es un recordatorio de cómo las tradiciones más queridas pueden nacer en la cocina de un hogar”.